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miércoles, 11 de marzo de 2015

CREYENTES CON TORMENTOS

CREYENTES ATORMENTADOS

Mateo 15: 21 – 31
21Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. 22Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. 24El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 25Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! 26Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.
Jesús sana a muchos
29Pasó Jesús de allí y vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí. 30Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; 31de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel.

INTRODUCCION
Acá vemos como Cristo salió del área en donde estaba ejerciendo su ministerio, para dirigirse a dos ciudades costeñas en el norte: Tiro y Sidón, las cuales están ubicadas en las cercanías del Líbano, era un área gentil fuertemente pagana.
A pesar de ello, de pronto Jesus con una mujer cananea que parecía haber escuchado del ministerio de Cristo, pues lo llamó “hijo de David”,…esta era una frase que los judíos devotos asociaban con el Mesías, quien descendería del linaje de la tribu del rey David.

Su petición que ella presentaba al Señor no era para ella, sino para su hija, quien estaba siendo “atormentada por un demonio”.

Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio”. (Mateo 15:22).


1. El nivel de control más fuerte es la posesión demoníaca, que proviene de la palabra griega daimonizomai, que significa “ser poseído o controlado totalmente por un demonio”.

Cuando un individuo está “poseído”, pierde el control sobre sí mismo y es como una marioneta que cumple los pensamientos y deseos del demonio que lo posee. Una de las descripciones más gráficas de una persona poseída, es la del gadareno en Marcos 5. Este hombre era atormentado al punto de que no podía dormir en las noches, y de cortarse a sí mismo, tal vez inducido por el demonio para que cometiera suicidio. Gritaba en medio de su tormento. Nadie podía someterlo físicamente, y la comunidad le temía (Marcos 5:1–9). Estaba poseído por un espíritu llamado “Legión”. Esta palabra era la que se utilizaba para describir a un escuadrón grande de soldados romanos que en esa época se dividían en grupos, siendo el mayor una legión de entre cinco mil y seis mil hombres. La palabra legión viene del latín legio que significa “reclutamiento”. Durante los primeros tres siglos, el ejército romano tuvo de veinticinco mil a treinta mil legiones. La décima legión romana fue la que finalmente rodeó y destruyó Jerusalén en el año 70 d. C. Cuando los espíritus impuros fueron expulsados del hombre, entraron en una manada de dos mil cerdos, los cuales reaccionaron inmediatamente lanzándose violentamente al mar y ahogándose. Esto sugiere que el espíritu de este hombre estaba invadido por dos mil espíritus malignos. Su vida estaba arruinada, su mente era atormentada, y su cuerpo abusado. Vivía entre los sepulcros, un lugar de muerte y de recuerdos. ¡Cuando Cristo pasó por allí, este hombre fue liberado y finalmente pudo salir de su sepulcro!

La posesión demoníaca es el nivel de dominación más fuerte. La segunda forma de ataque es la opresión demoníaca. Hechos 10:38 dice: “Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. La palabra traducida como oprimidos en griego significa “ejercer poder sobre algo”. Posesión demoníaca es cuando el espíritu mora en el espíritu humano, mientras que la opresión demoníaca es también un control del espíritu, pero se trata más de un control de la mente y los pensamientos. Quienes lo han experimentado lo describen como tener una banda apretada alrededor de la mente que no deja pensar claramente, o como una sensación de desesperanza, oscuridad y desesperación.

En la narrativa de Mateo 15, la hija de la mujer estaba siendo “gravemente atormentada” por un demonio. En Lucas 6:18, muchos estaban “atormentados” por espíritus impuros. La palabra traducida aquí como atormentados es ocleo, que significa “perturbar, angustiar”. Este tormento puede ser espiritual, mental o físico, ya que todo ser humano está compuesto de cuerpo (físico), alma (su mente) y espíritu (1 Tesalonicenses 5:23). Si es físico, el espíritu impuro puede ser un espíritu de enfermedad, cuya presencia causa padecimientos en el cuerpo (Lucas 13:11– 13). Si el ataque es mental, afectará su razonamiento, originando pensamientos negativos y depresivos. Desde una perspectiva espiritual, a los espíritus se les ha ordenado mantener a los individuos alejados de la luz y de la verdad del evangelio. La razón para revelar las diferentes formas de acoso espiritual, mental o físico es entender que tanto creyentes como no creyentes pueden estar bajo los ataques y la opresión de espíritus malignos. Esto es importante, especialmente cuando tratamos el asunto de la indisposición al perdón en la vida de un creyente.

En la parábola de Cristo del siervo que no estaba dispuesto a perdonar, cuando el rey se enteró de que el siervo a quien él le había perdonado una enorme deuda no le quiso perdonar una pequeña deuda a un compañero, el rey se enojó y mandó a que lo arrestaran y lo echaran en prisión, no solo hasta que aprendiera cómo perdonar, sino hasta que perdonara. “Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas”. (Mateo 18:34–35).

La Nueva Versión Internacional de la Biblia dice que el hombre fue entregado a sus “carceleros” para que lo “torturaran”. En el contexto en que fue enseñada esta lección, la gente que escuchaba a Cristo habría entendido el significado de ser entregado a sus “carceleros”. En el sentido más severo, el carcelero que torturaba era aquel que en la prisión usaba látigos o cualquier herramienta que fuera necesaria para obtener la verdad de la persona a quien estaba torturando. Esto lo hacía colocando a la persona en un armazón o cepo, y golpeándola hasta que confesara el crimen o revelara la información que se le exigía. La palabra que se usa en esta cita particular del Nuevo Testamento es basanistes, y solo se usa en Mateo 18.

No olvide el contexto de la historia de Mateo 18. Un siervo que había sido perdonado por el rey se niega a perdonar a otro siervo igual a él. El siervo indispuesto a perdonar es entregado para que sea torturado hasta que pague por el error que ha cometido. Creo que hay una manera en la que una persona que no está dispuesta a perdonar podría experimentar una consecuencia similar. Cuando un cristiano creyente en la Biblia se niega a actuar, sabiendo que debe perdonar, está renunciando a su cerco de protección espiritual.