LA TRINIDAD DE DIOS
Existe
un único Dios verdadero que subsiste en tres personas distintas: Padre, hijo y
Espíritu Santo. Estas tres personas participan de la misma sustancia y poseen
los mismos atributos, lo que da por resultado que vienen a ser iguales en poder
y gloria. Tres personalidades que no deben confundirse ni mezclarse; pero, una
sola sustancia que no debe dividirse.
Las
verdades básicas en que se apoya la doctrina de la trinidad son las siguientes:
HAY
UN SOLO DIOS. La doctrina de la Trinidad se fundamenta
sobre la verdad de que únicamente hay un sólo Dios verdadero. Rechaza todo
triteísmo y toda aquella idea que sea contraria al monoteísmo bíblico (Dt.
4:35, 6:4, 32:39, 2ª Samuel 22:32, Salmo 86:10; Marcos 12:32, Romano 3:30, 1ª Timoteo
2:5).
EL
UNICO DIOS VERDADERO POSEE UNA PLURALIDAD DE PERSONAS. Dios es singular en cuanto a su sustancia; pero, plural en cuanto a sus
personalidades. Esta pluralidad de personas se demuestra por el uso de nombres,
pronombres y verbos en plural que se le asignan al único Dios verdadero
(Génesis 1:26, 3:22, 11:6-7; Isaías 6:8). Las tres personas divinas aparecen de
manera simultánea y diferenciada en diversos pasajes de las escrituras (Dn.
7:9, 13-14; Mt. 3:16-17, 17:5, 28:19, Hechos 7:55-56; Apocalipsis 4:5, 5:1,
6-7).
CADA
UNA DE LAS TRES PERSONAS POSEE LA SUSTANCIA DIVINA. El Padre es Dios (2 Reyes. 19:15; Is. 44:6; 1ª Cor. 8:6). El Hijo es
Dios (Rom. 9:5; Hech. 1:8; 1ª Juan 5:20).
El Espíritu Santo es Dios (Hechos 5:3-4; 2ªCor. 3:17). Cada una de las
tres personas tiene como su naturaleza propia la completa naturaleza divina.
Esta naturaleza no se divide y las personas de la trinidad participan de ella
en una plenitud de calidad, no de cantidad. Cada persona es con las otras
necesaria y eternamente una sustancia, de manera que no hay tres dioses sino un
sólo Dios verdadero que subsiste en las personas del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
LAS
TRES PERSONAS SON DISTINTAS ENTRE SI. Las escrituras abundan en testimonios que
demuestran que aunque las tres personas poseen la misma naturaleza divina; no
obstante, sus personalidades están marcadas con ciertas actividades que no son
intercambiables sino exclusivas y que las presentan como distintas entre sí;
por ejemplo: El Padre manda al Hijo a redimir a su pueblo, pero nunca sucede lo
contrario. El Hijo redime a su iglesia y envía al Espíritu a santificar, pero
nunca se dice que el Espíritu haya sido crucificado o que el Espíritu envíe al
Hijo a santificar. Mt. 26:39, 20:23, 27:46; Mr. 13:32, Lc. 2:49, 12:10, 23:46,
Jn. 1:18, 5:31-32 y 37, 7:37-39, 8:16-18, 14:16 y 28, 16:28, 20:17, Hech.
10:38; 1ªCor. 15:24 y 27:28; Gál. 3:20; Col. 3:1.
La Trinidad de Dios es un fenómeno
esencialmente único y, por consiguiente, está muy por encima de la posibilidad
de una completa comparación o ilustración. Los diferentes ejemplos que se
utilizan para aclarar el concepto de Trinidad no podrán dar sino solamente una
idea para su comprensión. Por ello, no debe insistirse excesivamente en el
afán imposible de querer comparar la Trinidad con cualquier otro fenómeno
material.