CORRIJAMOS
EL LENGUAJE VULGAR QUE AUN NOS ENCADENA
Mateo 12: 35
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus
palabras serás condenado.
Efesios 4: 22-24
22En cuanto a la pasada
manera de vivir, despojaos del viejo hombre,d que está viciado conforme a los deseos engañosos,
23y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24y vestíos
del nuevo hombre,e
creado según Diosf en
la justicia y santidad de la verdad.
INTRODUCCION
Antes de venir a Cristo, los que ahora nos
llamamos cristianos, vivíamos en una sociedad mundana y sin principios ni
valores como la nuestra, con tanta facilidad aceptábamos las palabras vulgares
procedentes de: La radio, la tv. La calle, las escuelas, los trabajos, el
hogar, etc…todo eso era normal para nosotros, y casi siempre teníamos mecanismos
de defensa para justificar nuestra mal lenguaje.
Nosotros los cristianos como hombres y
mujeres nacidos de nuevo debemos valorar y evaluar cómo hablamos, como nos
expresamos.
Es necesario comenzar a demostrar que Dios
obra en nosotros, y que El ha
transformado la forma como hablamos, y tambien tenemos que reconocer que, a través de nuestras palabras,
edificamos o destruimos.
I. Las palabras vulgares afectan nuestra imagen
personal
1. Las palabras vulgares revelan lo qué hay dentro de
nuestro corazón (Mateo 12:35)
a. Si anidamos maldad, hablaremos maldad
b. Las palabras vulgares se constituyen en hábito si lo
permitimos
2. Las
palabras vulgares evidencian que no ha habido cambio en nosotros. (Mateo 7:16,
17) 15Guardaos de los falsos
profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son
lobos rapaces. 16Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen
uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17Así, todo buen
árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
3. Las palabras
vulgares alimentan la maldad en nuestro corazón
II. las palabras vulgares afectan a nuestro
projimo
1. Ofenden a quienes nos rodean
2. Reflejan una actitud agresiva
3. Levanta barreras en las relaciones con los demas.
4. La Biblia
identifica como una persona perfecta a quien habla apropiadamente (Santiago
3.2) Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende
en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.
5. Hablar sin medir las consecuencias nos acarrea problemas (Proverbios 10:19) En las muchas palabras no falta pecado;Mas el que refrena sus labios es prudente.
III. Las palabras vulgares afectan nuestra vida
espiritual
1. Ponen tropiezo a nuestras oraciones (Santiago 3:10-12) 10De una misma boca proceden bendición y maldición.
Hermanos míos, esto no debe ser así. 11¿Acaso alguna fuente echa
por una misma abertura agua dulce y amarga? 12Hermanos míos,
¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna
fuente puede dar agua salada y dulce.
2. Levanta barreras en nuestra relación con Dios
3. Niegan que Dios esté obrando en nuestras vidas (Efesios
4:22-24)
4. No podemos olvidar que responderemos ante Dios por nuestras
palabras: edificantes o destructivas (Mateo 12: 36, 37) 36Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los
hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 37Porque por
tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
IV. Cinco principios para transformar la forma
como nos expresamos
1. Reconocer que las palabras vulgares nos afectan en las
dimensiones personal y espiritual
2. Reconocer
que la voluntad de Dios no es que hablemos en forma vulgar y soez (Efesios
4:29) Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la
que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
3. Reconocer que nuestras palabras edifican o
destruyen (Proverbios 18:21) La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.
a. Si no medimos
nuestras palabras podemos causar daño a quienes nos rodean (Eclesiastés 5:3) Porque de
la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del
necio.
b. Una persona con una mente renovada mide cuidadosamente
sus palabras (Santiago 1:26)
4. Fijarnos la meta, desde hoy, de guardarnos de
hablar maldad (Salmo 34:13) Guarda tu lengua del mal,Y tus labios de hablar engaño.
5. Pedir ayuda a Dios para, en adelante, expresarnos con
las palabras apropiadas (Colosenses 4.6, Cf. Marcos 9:50)
CONCLUSION
Cuando reconocemos que las palabras vulgares y ofensivas
afectan nuestra vida, las relaciones personales y nuestra intimidad con Dios,
decidimos emprender el proceso cambio.
No estamos solos
porque con ayuda de Dios podemos alcanzar esta meta.
Es tiempo de
comenzar a modificar no solo nuestros patrones de conducta sino también, la
forma como hablamos.