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DOCTRINAS BASICAS DE LA FE CRISTIANA











DOCTRINAS BASICAS
DE LA FE
CRISTIANA



 lIC.  
CONGREGACIÓN EVANGELICA
HOSANNA
Ministries




 1) LA INSPIRACION DE LAS ESCRITURAS

            La Biblia es enteramente la Palabra de Dios, aunque haya sido escrita por hombres. Existen múltiples evidencias que así lo demuestran. Estas evidencias pueden ser clasificadas en internas y externas.

Evidencias internas. Son aquellas que están contenidas dentro de la misma Biblia; es decir, son declaraciones escriturales en donde la Biblia afirma ser inequívocamente la palabra de Dios (Sal. 19:7-11; 119:104-105; Jer. 36:1-2; Juan 10:35; Rom. 3:2, 1ª Tes. 2:13; 2ª Ped 3:15-16).

Evidencias externas. Son aquellas que presentan situaciones tocantes a la Biblia que únicamente pueden ser explicadas por medio de la aceptación de que ella es la Palabra de Dios. Algunas de las evidencias externas más notables son las siguientes:

            SU UNIDAD: La Biblia fue escrita por no menos de cuarenta autores, la mayor parte de ellos nunca se conocieron pues vivieron en épocas muy diferentes con intervalos de hasta 1600 años, vivieron en países diferentes, poseyeron personalidades y oficios tan disímiles como lo son el de pescador y poeta, el de rey y médico; pero, a pesar de todo ello, la Biblia no es simplemente una colección de 66 libros diferentes, es un libro que muestra una unidad de continuidad histórica, doctrinal y revelacional. El hecho de que los escritores humanos de la Biblia no se hayan conocido y, muchas veces, tampoco se leyeron entre si, resalta la verdad de que la unidad de la Biblia únicamente puede ser explicada como un milagro que la coloca en la categoría de Palabra de Dios

            SU EXTENSION: La Biblia es un libro que no solamente habla de asuntos espirituales. Ella se extiende para tocar los temas científicos, históricos, geográficos, culturales, sociales, sanitarios, psicológicos. Pero aunque la extensión del contenido de la Biblia es tan amplio, resulta un verdadero milagro que todas y cada una de sus afirmaciones, en cualquiera de esos campos, son siempre exactas y sin error. Este hecho cobra mayor realce en considerar que la Biblia es el libro completo más antiguo que conserva la humanidad.  Sus libros fueron escritos en una época en que se ignoraban por completo los modernos descubrimientos; sin embargo nada de lo que en ellos está escrito ha sido nunca contradicho por descubrimientos posteriores. Esta infalibilidad en tan diversos campos del conocimiento sólo puede ser explicada por la verdad de que la Biblia es la Palabra de Dios.

            SUS PROFECIAS: El cumplimiento en la historia de las diferentes profecías bíblicas es una de las evidencias más convincentes de su origen divino. En la Biblia se encuentran profecías como la de la sucesión de los grandes imperios mundiales, se anuncia por completo la llegada de grandes conquistadores como Ciro, se profetiza con siglos de antelación la fecha exacta de la venida del Mesías, se profetiza el lugar y la forma de su nacimiento, su carácter, sus milagros, sus palabras, la forma de su muerte, su sepultura, su resurrección. En fin, la mayor parte de la Biblia es profecía y la mayor parte de ella se ha cumplido al pie de la letra, la otra parte se está cumpliendo en el presente y la parte final se cumplirá próximamente conforme al orden que ella misma  establece. El hecho de que las diferentes predicciones de la Biblia hayan cumplido con absoluta exactitud es prueba de su origen sobrenatural.

            SU ACEPTACION: Aunque no han faltado los detractores de la Biblia, lo cierto es que ella sigue siendo el libro de mayor popularidad jamás escrito. Es el libro que se ha traducido a mayor número de idiomas que ningún otro. Cada año, desde que se inventó la imprenta, ha conquistado el primer lugar en número de ejemplares impresos y distribuidos. Su aceptación es universal, la leen los niños, los jóvenes, los adultos y los ancianos. Ha sido inspiración de escritores, oradores, políticos, artistas, etc. Es el libro sobre el que el mayor número de comentarios se han escrito. Millares de eruditos se han dedicado a su estudio, sin agotar, después de siglos, sus enseñanzas y verdades. Este fenómeno literario sin par, es otra prueba de su origen divino.

            SU PODER: La Biblia es el libro que más vidas ha cambiado. Ella transforma el carácter de los hombres y de los hogares, su lectura, puede librar de los vicios, de las enfermedades, del pecado y de la desesperanza. Su lectura anima, reprende, consuela, corrige. Quien la lee no vuelve a ser el mismo. Ella ha inspirado ha grandes hombres de la historia y ha precipitado grandes acontecimientos. Ningún otro libro ha probado tener más poder para mover el corazón humano que la Biblia.

La conjugación de las evidencias internas y externas que hemos mencionado prueban que la Biblia es la Palabra de Dios. Sin embargo, sigue pendiente de resolución el explicar cómo un libro que fue escrito por hombres pueda ser Palabra de Dios. Este concepto es el que aclara el concepto de la inspiración. Para definir adecuadamente ese concepto vamos a refutar, primeramente, teorías erróneas que tratan de explicar el fenómeno de la inspiración.

Teoría del dictado. Es aquella que trata de explicar la inspiración de la Biblia en el sentido de que los hombres que la escribieron actuaron únicamente como secretarios que copiaban lo que Dios les dictaba.

Esta concepción tan simple no hace justicia al fenómeno de que los diferentes hombres que Dios uso para escribir la Biblia dejaron estampado su propio estilo en cada uno de sus libros; cosa que no debería de haber ocurrido si en realidad actuaron solamente como secretarios. Por otro lado, los hombres que escribieron la Biblia expresaron muchas veces sus pesares, sus temores, sus alegrías, sus expectativas y sus deseos personales; cosas todas ellas que van más allá de la simple función de copista. Este fenómeno se convierte en un poderoso argumento que descalifica la teoría del dictado.

Teoría del concepto. Es aquella que afirma que Dios únicamente inspiró los conceptos principales y, luego, éstos fueron redactados por los escritores usando las palabras de su elección. Esta teoría no hace justicia a la infalibilidad de las escrituras, pues, si los hombres sólo recibieron inspiración de los conceptos, muy bien podrían haber introducido errores cuando expresaron esos conceptos.

Teoría parcial. Establece que la Biblia es inspirada solamente en algunas de sus partes no así en otras. Hasta el presente, ninguno de los defensores de esta teoría ha logrado definir criterios adecuados para determinar qué partes son inspiradas y qué otras no. Tal parece que la conveniencia y los intereses personales son elementos determinantes a la hora de tratar de definir esta importante cuestión. Como resultado de ello no existen dos postulantes de esta teoría que estén de acuerdo en qué partes de la Biblia es inspirada; situación sospechosa que le resta toda credibilidad a semejante proposición.

Definición de inspiración. La verdadera inspiración de la Biblia la define como una verdad que Dios ha impartido directamente a sus autores y que, sin destruir ni anular su propia individualidad, su estilo literario e intereses personales, les guió por el Espíritu Santo de manera tal que lo escribieron es la expresión de su completo e íntimo pensamiento.

            Dios utilizó no solamente las manos de los hombres que escribieron la Biblia, sino también sus ideas culturales, temores, anhelos, etc.; pero, de manera tal que lo que finalmente escribieron fue exactamente lo que Dios quería que se registrara. Existe, pues, en la confección de las Escrituras un aspecto divino y otro humano.  La inspiración de la Biblia es verbal, plenaria e inerrable.

VERBAL: Por cuanto Dios inspiró no solamente los conceptos sino las palabras exactas que debían ser utilizadas. Jesús abogo muchas veces con respecto a palabras aisladas de las escrituras (Juan 10:34-35) y hasta por los signos de puntuación (mateo 5:18).

PLENARIA: Por cuanto la inspiración de las Escrituras se extiende por igual a todas y cada una de sus partes 2ª Timoteo 3:16.

INERRABLE: Por cuanto no contiene ningún error. Siendo la Biblia la plena expresión de la voluntad divina verbal y plenaria, ella debe ser infalible por cuanto expresa el pensamiento de Dios perfecto.

Las palabras exactas que Dios inspiró a los hombres que escribieron la Biblia son aquellas que pertenecen a los idiomas en que ella fue redactada: hebreo y arameo para el Antiguo Testamento y griego para el Nuevo Testamento. Sin embargo, la Biblia ha sido traducida al español y contamos con traducciones fieles que podemos recibir confiadamente como la Palabra de Dios. Una de las traducciones más confiables y de más amplia difusión es la conocida como Reina Valera revisada, por lo que resulta doblemente ventajoso familiarizarse con ella.
La Biblia, como Palabra de Dios, debe ser la norma suprema de doctrina y conducta para todo cristiano y todos los demás elementos de doctrina deben ser recibidos únicamente bajo la condición de que se ajusten a sus afirmaciones.







2) LA TRINIDAD DE DIOS


Existe un único Dios verdadero que subsiste en tres personas distintas: Padre, hijo y Espíritu Santo. Estas tres personas participan de la misma sustancia y poseen los mismos atributos, lo que da por resultado que vienen a ser iguales en poder y gloria. Tres personalidades que no deben confundirse ni mezclarse; pero, una sola sustancia que no debe dividirse.

Las verdades básicas en que se apoya la doctrina de la trinidad son las siguientes:

HAY UN SOLO DIOS. La doctrina de la Trinidad se fundamenta sobre la verdad de que únicamente hay un sólo Dios verdadero. Rechaza todo triteísmo y toda aquella idea que sea contraria al monoteísmo bíblico (Dt. 4:35, 6:4, 32:39, 2ª Samuel 22:32, Salmo 86:10; Marcos 12:32, Romano 3:30, 1ª Timoteo 2:5).

EL UNICO DIOS VERDADERO POSEE UNA PLURALIDAD DE PERSONAS. Dios es singular en cuanto a su sustancia; pero, plural en cuanto a sus personalidades. Esta pluralidad de personas se demuestra por el uso de nombres, pronombres y verbos en plural que se le asignan al único Dios verdadero (Génesis 1:26, 3:22, 11:6-7; Isaías 6:8). Las tres personas divinas aparecen de manera simultánea y diferenciada en diversos pasajes de las escrituras (Dn. 7:9, 13-14; Mt. 3:16-17, 17:5, 28:19, Hechos 7:55-56; Apocalipsis 4:5, 5:1, 6-7).

CADA UNA DE LAS TRES PERSONAS POSEE LA SUSTANCIA DIVINA. El Padre es Dios (2 Reyes. 19:15; Is. 44:6; 1ª Cor. 8:6). El Hijo es Dios (Rom. 9:5; Hech. 1:8; 1ª Juan 5:20).  El Espíritu Santo es Dios (Hechos 5:3-4; 2ªCor. 3:17). Cada una de las tres personas tiene como su naturaleza propia la completa naturaleza divina. Esta naturaleza no se divide y las personas de la trinidad participan de ella en una plenitud de calidad, no de cantidad. Cada persona es con las otras necesaria y eternamente una sustancia, de manera que no hay tres dioses sino un sólo Dios verdadero que subsiste en las personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

LAS TRES PERSONAS SON DISTINTAS ENTRE SI.  Las escrituras abundan en testimonios que demuestran que aunque las tres personas poseen la misma naturaleza divina; no obstante, sus personalidades están marcadas con ciertas actividades que no son intercambiables sino exclusivas y que las presentan como distintas entre sí; por ejemplo: El Padre manda al Hijo a redimir a su pueblo, pero nunca sucede lo contrario. El Hijo redime a su iglesia y envía al Espíritu a santificar, pero nunca se dice que el Espíritu haya sido crucificado o que el Espíritu envíe al Hijo a santificar. Mt. 26:39, 20:23, 27:46; Mr. 13:32, Lc. 2:49, 12:10, 23:46, Jn. 1:18, 5:31-32 y 37, 7:37-39, 8:16-18, 14:16 y 28, 16:28, 20:17, Hech. 10:38; 1ªCor. 15:24 y 27:28; Gál. 3:20; Col. 3:1.

            La Trinidad de Dios es un fenómeno esencialmente único y, por consiguiente, está muy por encima de la posibilidad de una completa comparación o ilustración. Los diferentes ejemplos que se utilizan para aclarar el concepto de Trinidad no podrán dar sino solamente una idea para su comprensión. Por ello, no debe insistirse excesivamente en el afán imposible de querer comparar la Trinidad con cualquier otro fenómeno material.



3) LA DEIDAD DE CRISTO


Jesús es el único ser en que se han conjugado las naturalezas divina y humana. El hecho de que Jesús muestre muchas características humanas no menoscaba la realidad de que él es Dios. Examinemos algunas de las evidencias que demuestran que Jesús es Dios.


Jesús es declarado Dios desde el Antiguo Testamento. Compárese el Salmo 45:6-7 con Hebreos 1:8-9. El Salmo 110:1 con Mateo 22:44. Hay que considerar también Isaías 7:14 con Mateo 1:22-23 (Isaías 9:6, 40:3).


Jesús se declaró a sí mismo Dios (Jn. 8:58-59, 10:30, 14:8-9; Ap. 1:17-18).


Jesús es declarado Dios en el Nuevo Testamento. Lc. 1:16-17, Jn. 1:1, 20:28, Romanos 9:5, Colosenses 2:9, 1ª Timoteo 3:16, 2ª Pedro 1:1; 1ª Jn. 5:20.


Jesús es declarado Dios en razón de sus atributos. EL perdonó pecados (Mr. 2:5-7; Lc. 7:48-50). El es omnipresente (Mt. 18:20; Juan 3:13; Efesios 1:23, 4:10). El es omnisciente (Mt. 12:25; Jn. 2:24-25, 21:17; Colosenses 2:3). El es omnipotente (Mt. 28:18; He. 1:3). El es eterno (Mi. 5:2; Jn. 1:1-2; Col. 1:17). El es inmutable (He. 1:11-12; 13:8).


Jesús es declarado Dios en razón de que El recibe igual adoración y reverencia que el Padre (Mt. 14:33, 28:9; Ap. 5:8-12).

Jesús es declarado Dios en razón de que EL creó el universo (Jn. 1:1,3; Col. 1:15-16; He. 1:2, 10).
















4) LA PERSONALIDAD Y LA DEIDAD DEL ESPIRITU SANTO

Para saber si el Espíritu Santo es una persona se hace necesario examinar si cumple con las condiciones básicas que hacen de un ser una persona. Las tres cualidades básicas de la personalidad son: La capacidad de razonar, la capacidad de experimentar emociones y la capacidad de decisión.

La razón. El Espíritu Santo posee razón (Romanos 8:27; 1ª 2:10-11).

Las emociones. El Espíritu Santo posee sensibilidad y es capaz de experimentar emociones (Isaías 63:10; Romanos 15:30, Efesios 4:30).

La voluntad. El Espíritu Santo es capaz de tomar decisiones por sí solo (1ª Corintios 12:11)

Puesto que el Espíritu Santo reúne las cualidades de la personalidad, concluimos que  él es una persona y no simplemente una influencia. Además la Escritura se refiere siempre a él como a una persona (Jn. 14:16-17).

Las acciones que la Biblia atribuye al Espíritu Santo pueden ser ejecutadas tan sólo por una persona. Se nos dice que el Espíritu habla (Hechos 8:29; Ap. 2:7), enseña (Jn. 14:26), reprueba (Jn. 16:8), elige (Hechos 13:2, 16:6-7, 20:28), testifica (Jn. 15:26), guía (Romanos 8:14; Gálatas 5:18), escudriña (1ª Corintios 2:10) e intercede (Romano 8:26).

Habiendo demostrado que el Espíritu Santo es una persona, queda pendiente  el asunto de su divinidad. en cuanto a esto hay suficiente evidencia como para concluir que él es Dios.

El Espíritu Santo es declarado Dios en el Antiguo Testamento. Compárese Isaías 6:8-10 con Hechos 28:25-27. Jeremías 31:33-34 con Hebreos 10:15-17.

El Espíritu Santo es declarado Dios en el Nuevo Testamento (Hechos 5:3-4; 2ª Corintios 3:17).

Es Espíritu Santo es declarado Dios en razón de sus atributos. El es omnipresente (Salmo 139:7-10). El es omnisciente (1ª Corintios 2:10-11). El es eterno (hechos 9:14).

Concluimos, pues, que el Espíritu Santo es una persona divina.







5) LA DEPRAVACION TOTAL

Salmo 53:1-3
  Dios creó al hombre a su imagen y semejanza moral. Por consiguiente, estaba dotado de santidad, inocencia, amor, misericordia, etc. sin embargo, cuando el hombre pecó, perdió la imagen de Dios y corrompió su naturaleza. El hombre atrajo para sí la muerte, la corrupción, la enfermedad y todos los males que se derivan del pecado. cuando el hombre procreó sus primeros hijos, éstos heredaron la naturaleza caída, naciendo muertos espiritualmente (Romanos 5:12 y 18-19). Desde entonces, todo ser humano nace cargando la culpa del pecado original y mereciendo la condenación. El hombre es incapaz de hacer lo bueno y no puede por sí mismo elevarse en busca de su salvación. A esta condición humana es a la que se llama depravación total; por cuanto el hombre se encuentra totalmente incapacitado de hacer el bien.
 Algunas de las características básicas de la depravación humana son las siguientes:

El hombre siempre elige lo malo. Siempre que el hombre tenga la oportunidad de escoger entre el bien y el mal, invariablemente escogerá el mal (Génesis 6:5; Romanos 3:10-12). Las obras de altruismo que ocasionalmente hace el hombre no regenerado no alcanzan la norma de Dios como para catalogarse de buenas obras (Isaías 59:6; Romanos 14:23). Esta inclinación humana hacia la maldad se  manifiesta desde la concepción, de manera que la edad no puede borrar la culpa que se pende sobre todo ser humano (Job 25:4-6; Salmo 51:5, 58:3).

El hombre no puede hacer lo bueno. Por su naturaleza heredada de Adán, el hombre está imposibilitado para hacer el bien (Mt. 7:17-18; Jn. 15:4-5; Romanos 8:7; 1ª Corintios 12:3).

El hombre no entiende lo bueno. Por muy inteligente que un hombre sea, no puede comprender las cosas del Espíritu, pues, las cosas espirituales deben examinarse espiritualmente; pero, el hombre no es espiritual sino carnal (Jn. 8:43; 1ªCorintios 2:14).

El hombre no quiere hacer lo bueno. El problema con el hombre no es solamente de incapacidad sino también de voluntad. La voluntad del hombre está pervertida, rechaza todo lo que es de Dios y ama el pecado (Ez. 3:7; Mt. 23:37; Lc. 19:14).

La condición espiritual del hombre es de muerte y de rebelión a la voluntad divina. Así lo describe la Biblia: Salmo 53:1-3; Isaías 59:3-16; Romanos 1:18-32.

Puesto que el hombre se encuentra totalmente depravado, su salvación, necesariamente, deberá originarse en una fuente externa a él. Si Dios no le salva, jamás podrá salvarse a sí mismo.                                    
6) LA ELECCION INCONDICIONAL

Rom.  9:10-24

En razón de que todos los hombres han pecado en Adán y que sin excepción son culpables y dignos de condenación, Dios no habría cometido ninguna injusticia si hubiera pasado por alto a todos para reservarlos al fuego eterno dejando que cosecharan lo que ellos mismos sembraron. Pero, el amor y la misericordia de Dios se manifestó grandemente cuando de entre todo ese mundo perdido escogió a aquellos que, según su consejo, alcanzarían salvación eterna.

La causa de la incredulidad está en el corazón humano y Dios no es culpable de ella; pero, la fe en Jesucristo para salvación es un don gratuito de Dios (Efesios 2:8, Fil. 1:29). De manera que si un hombre se condena es puramente por la dureza de su corazón; pero, si un hombre cree para salvación es por el don gratuito de la fe que Dios le otorga.

La razón por la que Dios dota a unos de esta fe salvadora y a otros se las niega depende únicamente de su libre elección (Efesios 1:11). Esta elección que hecha antes de la fundación del mundo, cuando entre todo el genero humano caído, Dios predestinó un número fijo de personas, no mejores ni mas dignas que las demás, a fin de que fueran salvados por Cristo. Mientras tanto, a los no elegidos los abandonó a su propia maldad y a sus propios caminos.

La elección de Dios es incondicional por cuanto no fue hecha en virtud de que él anteviera la fe o la obediencia de las personas como una condición previamente requerida en el hombre que habría de ser elegido, sino por el puro afecto de su misericordia que obro justa y libremente (Jn. 15:16; Hechos 13:48; Romanos 9:10-24; Efesios 1:4-5; 2ª Timoteo 1:9; 1ª Pedro 1:2).

Puesto que Dios es todo poderoso, la elección o predestinación que él hace no puede ser anulada, revocada, ni destruida; el número de los elegidos no puede disminuir como tampoco aumentar. En cuanto a los demás hombres que son pasados por alto para condenación, Dios no es responsable de su incredulidad ni de sus demás pecados; él es el juez intachable que ha de vengar sus pecados de manera justa.

La doctrina de la elección incondicional no debe ser interpretada en el sentido de que el hombre puede llevar una vida desordenada mientras Dios no les llame; la responsabilidad del hombre es la de procurar el arrepentimiento buscando a Dios con todo su corazón. Si el hombre no hace esto es culpable de condenación; pero, si lo hace debe alabar a Dios que ablandó su corazón y lo inclinó a creer, pues, el hombre de sí mismo no puede ni quiere acercarse a Dios.

Si la doctrina de la elección incondicional resulta difícil de recibir para algunos es porque aún no han comprendido a cabalidad lo que comprende la depravación total de la raza humana. O bien, su orgullo no les permite acatar la verdad de que ellos no son los artífices de su propia salvación y se les dificulta dar la gloria únicamente a Dios 





















7) LA EXPIACION LIMITADA

Mateo  1:21

La doctrina de la expiación limitada presenta el sacrificio de Cristo como tan eficaz en sus resultados que su aplicación no puede ser extendida a toda la humanidad sino sólo al número de sus elegidos. 
                                                                                  Es claro que la doctrina bíblica no limita ni disminuye en nada el poder del sacrificio de Cristo, pero sí limita el alcance de su aplicación.

 I- LA BIBLIA ESTABLECE QUE CRISTO MURIO TAN SOLO POR SU PUEBLO.
Isaias 538; Mateo 1:21; Juan 10:15 y 26; Hechos 20:28

 II- Algunos de los pasajes de la Biblia en que se usa la palabra "TODOS" no se debe entender como todos en absoluto, como se desprende de las consecuencias de los mismos pasajes.
Juan 12:32; Romanos 5:18; 2ª Corintios 14-15

 La verdad de una expiación limitada en su extensión, no dificulta la libre predicación del evangelio y una oferta sincera de salvación para todo el que crea.  En primer lugar, porque los elegidos no pueden ser diferenciados de los réprobos y, por ello, es deber de la Iglesia predicar a toda criatura.  En segundo lugar, porque solamente los elegidos son los que son renovados por Dios para arrepentimiento, así que con toda verdad y franqueza puede ofrecerse perdón para todo aquel que cree, nada hay más cierto que esto.


























8) LA GRACIA IRRESISTIBLE O SU LLAMAMIENTO EFICAZ

Cuando llega el tiempo en que Dios ha de salvar a sus elegidos, los llama eficazmente por su Palabra y por el Espíritu Santo para darles vida y salvación. Por su estado de muerte espiritual el hombre no podrá nunca por sí mismo decidir seguir a Cristo; de ahí que Dios tenga que dotar de la fe salvadora a sus elegidos, de otra manera éstos se perderían irremediablemente (Jn. 6:44).


Este llamamiento de Dios es de tal naturaleza que el hombre es vivificado y renovado al punto que la experiencia no puede terminar sino en una rendición sincera a Cristo. Por medio de su gracia irresistible Dios ablanda la conciencia al hombre, lo mueve a la constricción y al arrepentimiento, lo hace nacer de nuevo, lo dota de fe y le concede la voluntad de desear el bien y procurarlo. De ahí que esa gracia salvadora se califique de irresistible en el sentido de que no puede ser anulada por la voluntad humana. Pero, aunque esta gracia es irresistible, los hombres que la reciben van a Cristo con absoluta libertad, habiendo recibido la voluntad de hacerlo por la gracia de Dios (Hech. 16:14; Fil. 1:29, 2:13).


El otorgamiento de la gracia irresistible de Dios responde a su decreto de elección, de manera que el hombre no puede, ni quiere, hacer nada para obtenerla y debe ser aplicada por la libre gracia de Dios sin prever en el hombre mérito alguno (Jn. 10:16; Hch. 13:48; Ro. 8:29-30).


            Los hombres que no son elegidos, invariablemente serán condenados por cuanto Dios los pasa por alto al momento de adjudicar su llamamiento eficaz; esto, no obstante, no significa que tales hombres se pierden en contra de su voluntad, pues ellos rechazan con toda libertad a Cristo como resultado del endurecimiento de sus corazones (Ro. 9:14-21).

















9) LA SEGURIDA ETERNA DE LA SALVACION

Juan 10:27-29


La Biblia establece la verdad, que la salvación es una posesión que el cristiano tiene para toda la eternidad. En el pasaje citado se dice que la vida que el creyente ha recibido es eterna; se dice que un creyente no perecerá jamás y que no podrá ser arrebatado de la mano del padre, todas estas son declaraciones de la seguridad de la salvación.

Otros pasajes que enseñan la misma verdad:
Juan 5:24; 6:39; Rom. 11:29  y 1ª Pedro 1:4-5


El hecho de que la salvación sea una posesión eterna no excluye la verdad de que el cristiano debe cumplir con sus responsabilidades cristianas, entre ellas la de la santificación. El mismo hecho de poseer una salvación real da como resultado un deseo profundo de santificarse. De manera que la doctrina bíblica da la seguridad eterna, no produce creyentes descuidados o mundanos sino que creyentes fieles y agradecidos.


El Espíritu Santo también da testimonio de que somos herencia perpetua de Cristo. Efesios 1:13-14
10) EL ARREPENTIMIENTO


            En las escrituras el arrepentimiento es presentado como un paso necesario para entrar en el reino de Dios (Mt. 3:8; Lucas 5:32, Hch. 5:31; 11:18; 26:20; Ro. 2:4).

            La idea que trasmite el arrepentimiento es la necesidad de una conversión a Dios, que incluye un cambio en la manera de pensar, de sentir y de actuar.

            En cuanto al cambio en la manera de pensar, el arrepentimiento implica una transformación en las apreciaciones que se han tenido acerca de Dios, del pecado y de sí mismo. En el caso de la parábola del hijo pródigo, el regreso a casa estuvo marcado, inicialmente, por un cambio en la manera de pensar (Lc. 15:17-19).

            En cuanto al cambio en la manera de sentir, la Biblia enseña que cuando se produce un verdadero arrepentimiento acontece una conmoción emocional en la persona.  Nadie puede arrepentirse y seguir tan frió como una piedra (Mt. 26:75; 2ª Co. 7:9-10).

            En cuanto al cambio en la forma de actuar, el arrepentimiento es la frontera entre una vida disipada y una vida consagrada a Dios, que da frutos dignos de arrepentimiento.  Las Escrituras hacen gran énfasis en la verdad de que el verdadero arrepentimiento debe mostrarse por los hechos (Mt. 3:7-8; 7:21-23; 21:28-32; Lc. 6:43-45; Ap. 2:5).

            Para que se produzca un arrepentimiento legítimo, deben presentarse los cambios en los tres aspectos señalados de manera simultánea. Si hay un cambio en las acciones, pero no en el pensamiento y en el sentir tan sólo se ha producido una reforma religiosa, no es una conversión.  Si hay un cambio en los sentimientos, pero no en la actuación ni en la forma de pensar sólo se ha producido un remordimiento. Si hay un cambio en el pensamiento, pero no en el actuar o en el sentir solamente se ha producido una persuasión intelectual.

            El arrepentimiento es un don de gracia que Dios concede de acuerdo a su libre voluntad (Hch. 5:31; 11:18; Ro. 2:4; 2ª Ti. 2:25). Pero, además, el arrepentimiento es una responsabilidad que Dios demanda de todo ser humano (Hch. 17:30). De manera que si alguna persona no se arrepiente resulta culpable de rebeldía ante Dios y reo de condenación; pero, si por el contrario, se arrepiente, debe alabar a Dios quien es el único que puede conceder la gracia de experimentar el arrepentimiento para vida.


11) LA JUSTIFICACION

Lucas 18:9-14

El hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley

INTRODUCCION: Justificación es: El acto de declarar justa a una persona. Justificar, según la Biblia, no significa "Hacer" justo, sino que significa declarar que es justo. En la parábola que Jesús refirió encontramos que Dios declaró justo al publicano y no al fariseo que era un hombre moral. Esto nos conduce a un problema

 1) EL PROBLEMA
Un pecador culpable no puede ser declarado justo Éxodo 23:7; Salmo 143:2; Job 25:4, Sin embargo, Dios declaró justo al publicano (V. 13-14), Cómo puede Dios declarar justo a un pecador y además seguir siendo El mismo justo?.

 2) LAS OBRAS NO NOS JUSTIFICAN
Es obvio que las obras no nos justifican puesto que el publicano fue justificado sin hacer ninguna; en cambio, el fariseo que sí había hechos muchas no fue justificado. Por qué?, porque la ley sólo justifica a los que la guardan perfectamente Gálatas 3:10. Siendo el hombre imperfecto no puede guardar la ley cabalmente. Obviamente nadie se justificará por la ley de las obras. Gálatas 2:16


3) LA JUSTIFICACION ES POR FE
"De todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree". Hechos 13:39; Romanos 5:1; Gálatas 2:16.  El publicano no tenía obras, pero tenía fe. La demostró con su humillación y dependencia de Dios.

 4) BASES DE LA JUSTIFICACION
a) Dios nos mira sin pecado por que Cristo tomó nuestros pecados. Isaias 53:6; 11:1, Pedro 2:24
b) Dios nos mira como justos porque Cristo nos dio su justicia Filipenses 3:9; 2ª Corintios 5:21
c) Sobre esta base Dios puede declararnos justos sin dejar de ser él justo. Romanos 3:24-26

5) RESULTADOS DE LA JUSTIFICACION
Tenemos paz (Romanos 5:1), somos hechos herederos (Tito 3:7),  salvos de la ira (Romanos 5:9), tenemos seguridad (Romanos 8:33).

APLICACION: Si deseamos ser justificados debemos creer y confiar en Dios. Todos podemos ser sujetos de la justificación pues la promesa es para "Todo aquel que cree" Hechos 13:39. Así, igual que el publicano, descenderemos a casa justificados.


12) LA REGENERACIÓN  o Nuevo Nacimiento



2 Corintios 5

17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

¿Que es Nacer Nuevo?
Un término sinónimo con 'Nuevo Nacimiento' es 'Regeneración'. La palabra 'Regeneración' significa volver-a-crear. Es una referencia al acto por medio del cual el hombre caído es recreado internamente a una condición que le permita tener comunión con Dios.

La 'Regeneración o nuevo nacimiento: Es el acto soberano de Dios, por medio del cual, Dios le otorga al hombre una naturaleza espiritual. y por obra especial del Espíritu Santo para que pueda entender y discernir las cosas espirituales de Dios."


¿Porque es necesario el Nuevo Nacimiento?
El Nuevo Nacimiento es parte esencial en la salvación de las personas. Sin este evento tan importante no existe esperanza alguna para salvación. Jesús dijo a Nicodemo: 
Juan 3: 1-8
1Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 2Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. 3Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.

El acto de la regeneración proporciona al recién nacido la capacidad para ver y entender las cosas de Dios. Sin el Nuevo nacimiento nadie sería salvo. La razón por la que la regeneración es tan importante es porque el hombre sin Dios, está muerto en delitos y pecados. Esta muerte separa al hombre de Dios y toda la comunión con Él.  

Efesios 2:5
Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo; por gracia sois salvos;


Colosenses 2:12
12sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Aquí vemos que el apóstol Pablo habla de la regeneración como una 'resucitación' de entre los muertos. Eso es, si estábamos muertos en delitos y pecados, entonces Dios tuvo que resucitarnos espiritualmente para que pudiéramos tener comunión con Él.
Aunque el hombre No regenerado puede tener y de hecho casi siempre tiene tendencias religiosas, el, no puede tener una verdadera comunión con Dios y por lo tanto no puede ser salvo, todos sus intentos por acercarse a Dios o dioses, son fútiles, escasos y sin éxito verdadero. El hombre aunque sea religioso y moral en su comportamiento se encuentra alejado de Dios y es ajeno a la comunión con Él. De hecho el hombre no regenerado en su religión solo busca lo suyo, su camino y su parecer. Cuando le es presentada la Verdad espiritual de Dios, el hombre no regenerado las considera locuras y no las puede entender.
1 Corintios 2:14
Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente.
Un hombre puede tener cierta iluminación académica o intelectual acerca de Dios y hasta puede tener algún atractivo emocional, pero si no es renacido, todos estos sentimientos pasarán y terminará buscando su propio camino ya sea dentro o fuera de la congregación de los creyentes. Un ejemplo de esto lo encontramos en los falsos maestros. Estos son movidos solo por el deseo personal de promover su nombre y su agenda. Es el orgullo y el reconocimiento de sus seguidores lo que les mueve a actuar, no la gloria de Cristo. Pueden tener todo el vocabulario y todas las apariencias de un verdadero creyente, pero en fin la realidad es que al no ser internamente regenerados, sus frutos darán a conocer quienes son verdaderamente nacidos de nuevo.
Entonces el hombre para que pueda recibir y entender a Dios, necesita ser regenerado. Eso es lo que dijo Jesús a Nicodemo y a todos nosotros.

¿Cómo  obra el Nuevo Nacimiento?
Así que tenemos que sin Nuevo Nacimiento no puede haber Salvación, todos los evangélicos están de acuerdo con esto. La pregunta que sigue es, ¿que debe hacer una persona para nacer de nuevo? Muchos cristianos contestaran que la persona debe de creer al evangelio y entonces así será renacido. Entonces, lo cierto es que esto aunque parece una respuesta lógica y desde la perspectiva humana quizás la es, no es así bíblicamente. ¿Que queremos decir? Decimos que: No es la fe del hombre lo que produce el Nuevo Nacimiento sino que todo lo opuesto es cierto; es el Nuevo Nacimiento el que produce la fe en el creyente, el que cree en Jesús no nace de nuevo, sino que es el que ha nacido de Dios quien cree que Jesús es el Cristo.
1 Juan 5:1
Todo el que cree que Jesús es el Cristo, ha nacido de Dios, y todo el que ama al padre, ama también a sus hijos.


13) LA SANTIFICACION

1ª Pedro 1:13-23

INTRODUCCION: Santificar es "poner aparte" o "separar". Santificación es separar o consagrar algo para el servicio de Dios. La santificación del cristiano tiene tres características:

 I- SANTIFICACION POSICIONAL

Definición: Santificación posicional es el lugar que se tiene ante Dios; no es nuestro carácter. Dios nos separa para él; estamos ante sus ojos tan perfectos como Cristo, el cual es nuestra santificación. 1ª Corintios 1:2, 30. (Se obtiene al momento que loa persona reconoce a Jesús como su Salvador).

Cuando se recibe? En la conversión. Hechos 26:18. La santificación posicional se recibe cuando creemos. 1ª Corintios 6:11, es entre el "lavamiento" y la "justificación".

Cual es la base? : El sacrificio de Cristo. Hechos 10:10; hechos 13:12

II- SANTIFICACION PROGRESIVA

Definición: Se refiere a la lucha diaria que el creyente debe librar para separarse del pecado y acercarse a Dios.

            En que tiempo? : Durante dure nuestra peregrinación en la tierra.
1ª Tesalonicenses 4:3-7; 2ª Timoteo 2:21; 2ª Corintios 6:17; 2ª Corintios 7:1.

Cual es la base? : Por el ministerio de la palabra de Dios. Juan 17:17; Efesios 5:26.

 III- SANTIFICACION PERFECTA

Definición:  Por santificación perfecta se entiende el trabajo completo y final de Cristo en su segunda venida cuando quite de nosotros todo contacto de pecado y estemos a la estatura de varón perfecto..

Cuando será?:  En el rapto de la iglesia 1ª Juan 3:1-2; 1ª Tesalonicenses 3:13; 1ª Tesalonicenses 5:23.
            Base:  El poder de Dios. Judas 24; Filipenses 3:20-21

Aplicación: puesto que nuestra responsabilidad presente es nuestra santificación progresiva, debemos esforzarnos por combatir los deseos pecaminosos y perfeccionar nuestra santidad en el temor de Dios.




14) EL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO

Hechos 1:4-8

"El bautismo del Espíritu Santo es una experiencia diferente a la conversión y que además, nos llena de poder".

I- OBJECCIONES AL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO.
            a) Se recibía solamente por la imposición de manos de los apóstoles.  Refutación: Hechos 9:17.

            b) Las lenguas que se hablaban eran idiomas humanos. Cuestionamiento: 1ª Corintios 13:1

            c) Las lenguas cesarán 1ª Corintios 13:8. Cuestionamiento: Ciertamente cesarán pero hasta la venida de Cristo, lo perfecto 1ª Corintios 13:10-12

II- LO QUE ES EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO
            a) Es una experiencia diferente a la salvación: Juan 20:22; Hechos 1:4-5. Hechos 8:12 con Hechos 8:14-17. Hechos 9:8-9 con Hechos 9:17

            b) Es una capacitación de poder. Hechos 1:8

III- EVIDENCIA EXTERNA DEL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO

            El hablar en otras lenguas. Hechos 10:45-46

IV- RESULTADOS DE RECIBIR EL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO
            a) Nos capacita para testificar, Lucas 24:46-49; Hechos 1:8
            b) Nos capacita para hacer señales Marcos 16:16-18

            c) Nos libra de temores. La experiencia de negación de Pedro y su posterior valentía al recibir el bautismo con poder.

V- PARA RECIBIR EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO
            a) Creer que es un regalo de gracia que debe ser recibido por fe Hechos 2:39

            b) Desbordarse en alabanza

            c) pronunciar las lenguas que El Espíritu Santo inspire.

APLICACION: Puesto que nos da tan grande promesa de poder, vayamos a Dios para recibir por su misericordia este regalo de amor que tanto necesitamos en esta época decisiva




15) LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO

INTRODUCCION:    Existe diferencia entre los dones del Espíritu Santo y las habilidades que puedan poseer  los hombre. Un don es aquel que sólo puede ser ejecutado por una intervención sobrenatural de Dios. Ejemplo: Hablar en Lenguas, Sanidades, Profecía. Sin embargo, las habilidades son aquellas capacidades que se pueden ejercitar, sin una participación sobrenatural de Dios, y que aún las poseen los incrédulos, ejemplo: El canto, el administrar, el servir. No se debe confundir las habilidades con los dones. Para facilitar el estudio de los dones del Espíritu, estos se clasifican en tres grupos: Dones de Revelación, Dones de Palabra y Dones de Poder.


I- LOS DONES DE REVELACIÓN
I-                  
"Los dones de revelación son aquellos por los que Dios comparte su conocimiento con la Iglesia".

1ª Corintios 12:7-11

            A) PALABRA DE CIENCIA:
Es aquel Don por el cual Dios comunica milagrosamente a la persona que lo posee un conocimiento de sucesos pasados o presentes. Hechos 5:3; 9:10-11; 10:19-20


            B) PALABRA DE SABIDURIA:
Es aquel Don por el que Dios comunica sobrenaturalmente a la persona que lo posee, el conocimiento de hechos que se verificarán en el futuro. Hechos 11:28-30; 21:10-11;     27:23-24


            C) DISCERNIMIENTO DE ESPIRITU:
Es aquel Don por el que Dios da a conocer sobrenaturalmente a una persona que tipo de poder es el que actúa en una situación dada: Hechos 16:16-18


APLICACION: Por lo tanto, si alguien siente inclinación por algún don de Revelación, Dios se lo dará si lo pide con fe.




II- LOS DONES DE PALABRA SON:

1ª Cor. 14:21-32

 "Los dones de Palabra son aquellos por los que Dios comunica un mensaje verbal a su Iglesia".

Los dones de Palabra son más comunes en la Iglesia, porque son los que aportan mayor edificación a la congregación.  Los dones de Palabra son tres: Géneros de lenguas, Interpretación de lenguas y profecía.

               A) GENEROS DE LENGUAS

            1) Es aquel don por el que Dios entrega a la Iglesia un mensaje en otra lengua para ser interpretado.

            2) Existe diferencia entre el hablar lenguas como evidencia de haber recibido el bautismo del Espíritu Santo y el don de lenguas:

                         a) El don de lenguas tiene una interpretación, sin embargo la evidencia del Bautismo del Espíritu Santo no la tiene.
                        b) El ejercicio del don de lenguas es breve para dar lugar a la interpretación, la evidencia puede prolongarse indefinidamente.
            3) El sentido de porqué Dios entrega un mensaje en lenguas desconocida se encuentra en 1ª Corintios 14:22

B)  INTERPRETACION DE LENGUAS

            1) Es aquel don por el que Dios otorga a su Iglesia la interpretación  del mensaje en lenguas al idioma local.

            2) Las lenguas y la interpretación son dones necesariamente complementarios. 1ª  Corintios 14:27-28

            3) No se trata de una traducción, sino de una interpretación.

            4) La misma persona que entrega un mensaje en lenguas puede ofrecer la interpretación 1ª Corintios 14:13

C)    DON DE PROFECÍA

            1 )        Es aquel don por el que Dios da a la congregación un mensaje en el idioma de la localidad.
            2) Fines de la profecía: 1ª Corintios 14:3
            3) Es un don para la Iglesia, no para los incrédulos 1ª Corintios 14:22



III- LOS DONES DE PODER

1ª Corintios 12:7-11

"Los Dones de Poder son aquellos, por los cuales Dios realiza sus obras portentosas y sobrenaturales en la Iglesia".

Así podemos decir que: Los Dones de Poder son menos frecuentes en la Iglesia debido a su mismo carácter milagroso; si se ejercitará muy frecuentemente, los milagros dejarían de ser milagros para volverse rutina diaria.  Los Dones de Poder siempre van acompañados por uno o mas  Dones de Revelación.  Los Dones de Poder son: Dones de Sanidad, Operación de Milagros y Fe.


A) DONES DE SANIDAD

            a) El Don de Sanidad, es aquel por el cual Dios cura un cuerpo enfermo de manera sobrenatural, y sin la intervención de ningún medio.

            b) Para que se produzca una Sanidad, primero debe haber una Revelación.  Esta última siempre llega por medio de un Don de Revelación, Hechos 3:1-7; 9:34; 14:8-10

            c) El Don de Sanidad, no opera a voluntad del que lo posee, si no según la voluntad de Dios. 2ª Timoteo 4:20


B) OPERACION DE MILAGROS.

            a) Es aquel Don por el que Dios altera una ley natural, para favorecer sus propósitos. Hechos 8:39-40; 12:7-10

C)  DON DE FE

            a) El Don de Fe, es aquel por el que Dios provee a una persona, la fe suficiente para creer lo imposible.
                        Mateo 17:20

            b) ) Siendo la Fe, la fuente de toda bendición de Dios, quien posee este Don poseerá cualquier otro.

            c) La Fe además de obras sobrenaturales también lleva a otras virtudes cristianas como la mencionadas en Hebreos 11:32-38.

APLICACION: Puesto que la Biblia nos dice que "procuremos los Dones mejores", si sentimos la inclinación por alguno de los Dones de Poder, si lo pedimos a Dios, él nos lo dará para beneficio de su Iglesia.










16) LA SANIDAD DIVINA

            La enfermedad es una de las muchas plagas que cayeron sobre la raza humana a causa del pecado.  Dios no es el autor de la enfermedad; todo lo contrario, él es la fuente de salud.  En las Escrituras Dios se llama a sí mismo "El Sanador" (Ex. 15:26), de dónde se deduce que todo aquello que conduzca a la recuperación de un cuerpo enfermo es producto de la gracia de Dios.

            Existen dos maneras en que Dios otorga la salud a los cuerpos enfermos:

            Sanidad Indirecta:    Es aquella en la que Dios sana a través de medios. La ciencia médica es uno de los medios más avanzados y especializa­dos que Dios ha otorgado para la recuperación de los enfermos.  En las Escrituras encontramos que Dios remitía al uso de medios con el fin de aliviar enfermedades (2ª Re. 20:7-8; 1ª Ti. 5:23).

            Sanidad Directa: Es aquella en donde Dios sana directamente, sin la intervención de medio alguno.  La sanidad directa se ofrece sobre la base del sacrificio de Cristo (1ª Pe. 2:24) y es parte de la proclamación de las buenas nuevas (Mr. 1:40-42; Hch. 4:29-30).

            Dentro de la sanidad directa hay dos maneras que Dios usa para otorgar la salud.  La primera, es la sanidad instantánea, es decir, aquella que se recibe de manera inmediata (Mr. 1:40-42). La segunda, es la sanidad progresiva, aquella en que Dios va otorgando la sanidad poco a poco y de manera progresiva (Mr. 8:22-25).


























17) SATANAS Y LOS DEMONIOS


             Dios no creó a Satanás tal y como lo conocemos en la actualidad, como un ser perverso y mentiroso, la Biblia nos enseña que antes de la creación del hombre era "el sello de la perfección, lleno de sabiduría y acabado de hermosura". Este querubín corrompió su naturaleza al aspirar a una posición que Dios no le había otorgado (Isaías 14:12-15). En su rebelión, Lucero arrastró tras sí a la tercera parte de los seres angelicales (Apocalip­sis 12:3-4). De esta manera, el Querubín Protector llegó a convertirse en Satanás y los ángeles caídos en demonios. Una parte de estos demonios se encuentran prisioneros (Jud. 6) y serán liberados en el Período de la Gran Tribulación (Apoc. 9:1-11), sin embargo, otra parte de demonios quedó en libertad y se mueven actualmente en los aires. Ellos son las huestes espirituales de maldad contra las que el cristiano batalla (efesios 6:12).

            En la batalla espiritual, satanás y los demonios anteponen al cristiano diferentes tipos de lucha; algunas de ellas son las siguientes:

TENTACIONES: Si bien la naturaleza humana es lo suficientemente perversa como para ofrecer al hombre toda clase de tentaciones (Mateo 15:19); no obstante, no se puede dejar de lado el hecho de que Satanás también puede tentar, es decir, inducir al mal (Mateo 4:1; 1ªTs. 3:5).

OPOSICIONES: Se presentan cuando Satanás ofrece una tenaz resistencia al avance de la causa del evangelio (Lc. 8:12; Hch. 13:10; Ap. 2:10).

INFLUENCIAS: Se producen cuando Satanás llena el corazón de los hombres hasta el punto de la obsesión (Jn. 8:44; 13:2; Hch. 5:3).

POSECIONES: Tienen lugar cuando uno o más demonios entran en el cuerpo de una persona para poseerla. La posesión puede reconocerse porque cuando ocurre, la personalidad de la víctima es anulada y sustituida por el carácter perverso del maligno (Mr. 5:9).

            Las posesiones diabólicas no pueden darse en un cristiano verdadero (1 Jn. 4:4, 5:18), pues el tal es un hijo de Dios, de manera que su cuerpo es propiedad divina (1 Cor. 6:20) y templo del Espíritu Santo (1 Cor. 6:19).

            Para todas esas formas de ataque satánico Dios ha concedido la victoria a sus hijos (Lc. 10:17-20), sobre la base del sacrificio de Cristo (Col. 2:15). Ante una perturbación diabólica de cualquier tipo al creyente puede ejercer, en oración, la autoridad que Dios le ha encomendado para destruir las obras del diablo (1 Jn. 3:8).

            En cuanto a las personas poseídas por demonios Cristo continúa en el presente ejerciendo su autoridad para expulsarlos. El cristiano ha sido comisionado para echar fuera demonios (Mr. 16:17) y debe hacerlo invocan­do, con la autoridad el Espíritu Santo, el nombre de Jesús para ordenar a los demonios salir de sus víctimas (Hch. 16:18).























18) LOS MINISTERIOS

Efesios  4:11-16

 "Los cinco Ministerios primarios es para la Iglesia                                            de todos los tiempos, hasta que sea raptada."

INTRODUCCION:    En la Iglesia de Jesucristo existen muchos Ministerios (Privilegios), pero solamente cinco son los llamados primarios, estos son los mencionados en Efesios 4:11, éstos cinco Ministerios no fueron dignidades ideadas por el hombre, si no que fueron funciones establecidas por el mismo Señor. efesios 4:11, el propósito de los Ministerios primarios, es la edifica­ción de la Iglesia. efesios 4:12-16, la duración de los Ministerios es hasta la venida del Señor.

1) MINISTERIO DE APOSTOL

El apóstol es un mensajero que es enviado a predicar el evangelio.  en su predicación funda nuevas congregaciones y genera nuevos ministerios.  Estos ministerios reciben la cobertura del apóstol pues reconocen la ascendencia espiritual del mismo.  Además de los doce Apóstoles del Cordero, hubo otros apóstoles Hechos 14:14.

 Algunas Evidencias de un verdadero apóstol son:  Señales 2ª Cor. 12:12.  Éxito ministe­rial 1ª Cor. 9:1-

2) PROFETAS

Son aquellas personas dotadas de dones de revelación y quienes ejercitan con especial frecuencia dichos dones.  No es lo mismo poseer el don de Profecía y poseer el ministerio de Profeta.  El profeta es un ministro itinerante que es reconocido en una área apostólica determinada Hechos 11:27-28.  El profeta, con todo y ser un ministro está sujeto a un Pastor en su Iglesia local; aunque su ministerio puede ejercerlo en todas las iglesias que correspon­den a la misma área apostólica.  Las evidencias de un verdadero ministerio de Profeta es que todas sus revelaciones son Bíblicas y reciben su debido cumplimiento.

3) EVANGELISTAS

Es el portador de las buenas nuevas.  Hechos 8:4-5.  Gozan de un respaldo sobrenatural especial.Vs. 6-7.  Su enseñanza es limitada al mensaje de salvación.  Vs. 5, 14.  Las evidencias de un verdadero ministerio de Evangelista son las conversiones masivas y la frecuencia de operación de los dones de poder

4) PASTORES

Son aquellos encargados de las iglesias locales.  Todo Pastor está sujeto a un apóstol.  Su función es tanto evangelizadora como de edificación.  Es el eje de la iglesia local.  Apocalipsis 2:1, 8, 12, 18.  El Pastor puede delegar personas de confianza a algunas de sus responsa­bilidades.  La evidencia de un verdadero Pastor es la salud espiritual de la congregación

5) MAESTROS

Son aquellos enseñadores de la Palabra que han alcanzado en ella una profundidad especial.  Casi siempre todo maestro es a la vez un Pastor.  La evidencia de un ministerio de Maestro es su apego a las Escrituras y la facilidad con que da a entender las Doctrinas Bíblicas.
















19) LA ORGANIZACION DE LA IGLESIA LOCAL

Filipenses 1:1

INTRODUCCION:    Dios a señalado en su Palabra la manera en que su iglesia debe estar organizada.  Si realmente deseamos estar en el orden Divino, debemos rechazar toda aquella forma de organización que no esté de acuerdo con el ejemplo de la Biblia.

1) PASTOR

Según la Palabra de Dios, el Pastor quien es también un Anciano de la iglesia, es el responsable ante Dios por la salud espiritual de la iglesia, Hebreos 13:17 . Así también, el Pastor, posee la autoridad espiritual para determinar la Doctrina y la conducta que debe seguir la congregación, amparándose en la Biblia.

2) LOS ANCIANOS

Son los colaboradores inmediatos del Pastor y quienes comparten con él, la carga espiritual por la congregación.  Los Ancianos de la iglesia son elegidos por el Pastor Hechos 14:23; Tito 1:5, de acuerdo a las necesidades de cada congregación.  Las Funciones de los Ancianos son: Gobernar la iglesia.  1ª Timoteo 5:17.  Esto incluye  entre estas cosas: Velar conjuntamente con el pastor, por la buena salud espiritual y doctrinal de la congregación; también, el administrar los bienes materiales, Ser ejemplos de la grey 1ª Pedro 5:1-3.  Requisitos de los Ancianos: 1ª Timoteo 3:1-7; Tito 1:7-9.

3) LOS DIACONOS

La función de los diáconos no es de autoridad sino de servicio Hechos 6:1-3.  Los diáconos son elegidos por la congregación.  Hechos 6:3, pero deben llevar el visto bueno y aprobación de los ancianos.  Hechos 6:5-6. 
Requisitos para el diaconado: Hechos 6:3; 1ª Timoteo 3:8-10, 12.

Aunque en el libro de los Hechos no se habla de su origen, es claro que en la iglesia primitiva también existieron las diaconisas.  Romanos 16:1-2.  Estas tenían las mismas atribuciones que los diáconos en aquellas tareas que eran mas convenientes ser realizadas por mujeres.

4) LOS SANTOS

Finalmente, se encuentran los miembros de la iglesia, quienes son todos aquellos que por el nuevo nacimiento han llegado a ser hijos de Dios.  De éstos es de dónde surgirán los elementos para las dignidades antes mencionadas.

20) EL BAUTISMO EN AGUA

Romanos 6:1-6

"El bautismo es una identificación del Cristia­no con Cristo, en su muerte, sepultura y resurrección".

Las ordenanzas de la iglesia son dos: El Bautismo en Agua y la Cena del Señor. Se les llama ordenanzas porque fueron una orden que Jesús emitió para que su iglesia la obedeciera.

Las ordenanzas son una ilustración de realidades espirituales que nos ayudan a entenderlas por medio de símbolos externos y visibles.

1) SIGNIFICADO DEL BAUTISMO.
El significado del bautismo en agua es triple:

            A) Simboliza la muerte del creyente al pecado. Romano 6:3

            B)        Simboliza la sepultura del creyente al mundo. Romano 6:4; Colosenses 2:12

            C)        Simboliza la resurrección del creyente a una nueva vida Romano 6:4-5; 6-11

2) LA NECESIDAD DEL BAUTISMO
Jesús estableció que todo aquel que se convierta debía ser bautizado. Aunque el bautismo no es necesario para la salvación,  si es necesario para tener comunión completa con Dios.

3) La forma de bautismo debe ser realizado por inmersión, pues sólo esta forma da una idea real de su simbolismo de sepultura al pecado. Hechos 8:38; Juan 3:23; Mateo 3:16.  La fórmula para el bautismo es la establecida por Cristo en Mateo 28:19.

4) EL TIEMPO DEL BAUTISMO
La Biblia no declara cuanto tiempo hay que esperar, después de la conversión, para ser bautizado en agua. Sin embargo hay muchos pasajes que nos enseñan que el bautismo debe ser realizado tan pronto como pueda. Hechos 2:41; 8:35-38; 9:17-18; 10:47-48; 16:32-33.

APLICACION:          Si el bautismo es necesario para tener una comunión completa con Dios, es importante que hagamos esfuerzos para cumplir con esa ordenanza de Dios.







21) LA SANTA CENA

1ª Corintios 11:23-29

"La Santa Cena es un recordatorio de los sufrimien­tos de Cristo para redimir a su Iglesia".

INTRODUCCION:    La Santa Cena o Cena del Señor es otra de las ordenanzas de la Iglesia. Al igual que el bautismo en agua, tiene como propósito ilustrar al creyente verdades espirituales a través de símbolos externos.


1) DESCRIPCION DE LA SANTA CENA
La Santa Cena es aquella ceremonia que consiste en que un grupo de hijos de Dios, se reúnen para participar del pan y del jugo de la vid, como una recordación de los padecimientos de Cristo. Primero se come del pan recordando las palabras que Jesús dijo a sus discípulos, cuando les ministro la primera Santa Cena. Después se bebe de la copa haciendo memoria de la sangre redentora.


2) SIGNIFICADOS DE LA SANTA CENA
          A) Es un recordatorio de los padecimientos de Cristo. 1ª Corintios 11:23-25, el pan es un símbolo del cuerpo de Cristo y la copa es un símbolo de su sangre.

          B) Es un anuncio al mundo de la muerte de Cristo y su valor 1ª Corintios 11:26

          C) Es un símbolo de la unidad del cuerpo de Cristo. 1ª Corintios 10:16-17

3) REQUISITOS PARA PARTICIPAR DE LA SANTA CENA

          A) Ser un cristiano nacido de nuevo

          B) Estar en comunión con Dios. Esto incluye el ser bautizado en agua como parte de la obediencia a los mandamientos de Dios, además se necesita estar en comunión con Dios 1ª corintios 10:16-17

4) BENDICIONES QUE APORTA LA PARTICIPACION EN LA SANTA CENA.     
Por ser un acto de obediencia a Dios, la Santa Cena fortalece nuestra comunión con Dios y así recibimos todos los beneficios que se desprenden de tener un acercamiento a Dios.

APLICACION: Siendo la Santa Cena, una ordenanza dada por parte de Dios a su Iglesia, es necesario que cumplamos todos los requisitos necesa­rios para participar de ella y gozar así de una comunión completa con Dios.



22) LA ORACION

Lucas 18:1-7

"La oración es uno de los privilegios mas grandes con que cuenta el cristiano para su peregrinación por esta tierra"

INTRODUCCION:    Dios habla a su pueblo, principalmente por la Biblia; Por otro lado, los cristianos hablan a Dios a través de la oración.

1) REQUISITOS PARA RECIBIR RESPUESTA A  LA ORACION

          A) Fe. Santiago 1:5-7
          B) De acuerdo a la voluntad de Dios 1ª Juan 5:14
          C) Con limpia conciencia Salmo 66:18; Proverbio 28:9, 1ª Juan 3:22-23
          D) Con fervor Santiago 5:17 Compárese con Mateo 6:7
          E) Con perseverancia Lucas 18:1-7

2)         DIFERENTES TIPOS DE RESPUESTA A LA ORACION

            A) Cuando no hay respuesta. Santiago 4:3. En este caso hay que realizar un examen de los requisitos anteriores y corregir la deficiencia.
            B) Respuestas Inmediatas. Isaías 65:24

            C) Respuestas que  se retrasan. Como el caso de Job; su respuesta no fue tan inmediata como hubiera deseado. Cuando Dios se retrasa es porque no solamente quiere darnos lo que pedimos sino que desea enseñarnos a esperar en El.

            D) Cuando se recibe algo diferente a lo que se pidió  2ª Corintios 12:7-9

3) CLASES DE ORACION

          A) Con el entendimiento 1ª Cor. 14:14-15
          B) Con lenguas. 1ª Cor. 14:4,14; Rom. 8:26-27
          C) Con gemidos y lágrimas Rom. 8:26; Hebreos 5:7


APLICACION: Siendo la oración la llave que abre la puerta a las bendiciones de Dios, no deberíamos descuidarnos de tan sagrada ocupación.









23) EL AYUNO

Mateo 9:14-15 

"El ayuno es un ejercicio espiritual que consiste en:  La abstinencia total o parcial de alimentos y que es acompañada de períodos especiales de oración"

INTRODUCCION:    El ayuno es una práctica que Jesús mismo dijo sería para su Iglesia de este tiempo, entre su ascensión y su regreso en gloria, Mateo 9:14-15. el que Jesús diera instrucciones sobre cómo ayunar Mateo 6:16-18. Constituye una prueba más de que el ayuno es para la Iglesia en este período de la gracia. Veamos entonces, cómo obedecer a Dios estudiando los diferentes tipos de ayunos:

1) EL AYUNO PARCIAL
Consiste en la abstinencia de tan sólo algunos alimentos. Daniel 10:2-3. Se puede hacer un ayuno parcial tomando solamente jugo de frutas frescas. Por no haber una abstinencia total de alimentos, el ayuno parcial puede prolongarse casi indefinidamente, dependiendo que tanto sea la necesidad para recibir un favor de Dios, así como también, como sea  la constitución de la persona.

2) EL AYUNO NATURAL.                                   Es donde hay una abstinencia total de alimentos. Solamente se bebe agua, la cual no rompe el ayuno pues no contiene ningún alimento Mateo 4:2
Este ayuno es el más practicado. No tiene una duración definida. Todo depende de la necesidad del que lo presenta. Se acostumbra por lo general, hacerlo de doce horas de duración. El ayuno judío duraba veinticuatro horas. Todo depende de la necesidad del que lo ofrece.   También se puede hacer varios ayunos seguidos, es decir entregando cada noche. Además se puede hacer un ayuno de varios días, sin entregar, en este caso el máximo recomendable es de cuarenta días.

3) EL AYUNO TOTAL
Consiste en abstención tanto de alimentos como de agua. Hech. 9:8-9, el máximo recomendable es de tres días.

4) GENERALIDADES
            A) Para que un ayuno sea completo debe ir acompañado de oración especial y abundante. De otra manera sería solamente aguantar hambre.

            B) Se puede ayunar en días de trabajo, toda vez se pueda reservar tiempo especial y extra para la oración.

            C)        Hay que evitar el sensacionalismo o la imposición de nuevos récords. Lo determinante es el ser movidos siempre por la necesidad espiritual. No por la exhibició
24) EL MATRIMONIO

Mat.  19:3-9

"Cuando el matrimonio se vive de acuerdo a la Palabra de Dios, siempre resulta en una bendi­ción."

INTRODUCCION:    El matrimonio es una institución divina. establecida desde la creación.  Se entiende como una relación de carácter indisoluble entre un hombre y una mujer.


1) PROPOSITOS DEL MATRIMONIO
            a) Contribuye a una ayuda mutua. Gén.2:18

            b) Asegura la multiplicación de la raza por generación legítima. Gen. 1:27-28

            c) Previene la impureza 1ª Cor. 7:2,9

2) CONDICIONES PARA EL MATRIMONIO
            a) No es lícito para ningún hombre tener más de una esposa, Mateo 19:5 "Por esto dejará el hombre padre y madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne".

            b) Los Cristianos deben casarse sólo en el Señor. 2ª Cor. 6:14.

            c) No puede haber un matrimonio dentro de los grados de consan­guinidad o afinidad prohibidos en la Palabra de Dios. Lev. 18

3) RAZONES PARA LA DISOLUCION DEL MATRIMONIO.
            a) Por causa de muerte de uno de los cónyuges.  Rom. 7:2. En este caso es lícito para la parte sobreviviente casarse de nuevo si lo desea Rom. 7:3; 1ª Corintios 7:39

            b) Por causa de infidelidad. Mat. 19:19. En este caso la parte inocente puede promover su divorcio y después de éste, puede casarse con otra persona, como si la primera hubiera muerto. Deuteronomio 24:1-2

            c) Por deserción obstinada 1ª Cor. 7:15. En este caso hay lugar tan sólo a una separación, no disolución. A menos que el extraviado incurra en infidelidad.

APLICACION: En vista de que los distintos aspectos del matrimonio están señalados en la Palabra de Dios, vivamos de acuerdo a esas instrucciones y gozaremos del propósito de Dios en el matrimonio.




25) EL CRISTIANO Y EL ESTADO

          Con el fin de reprimir la perversidad de los hombres, Dios ha colocado gobernantes sobre las naciones (Dn. 4:31-32, 35). Para que cumplan con su cometido, por tal razón, Dios ha concedido a los gobernantes el uso de la fuerza para establecer la justicia (Gn. 9:5-6).


            Puesto que las autoridades son una institución divina el creyente le debe guardar ciertas obligaciones.


            En primer lugar, el creyente tiene que sujetarse a toda ley.  (Rom. 13:1-2; Tit. 3:1; 1ª Pedro 2::13-14).


            Segundo, el creyente debe respetar a los gobernantes y a los que están en eminencia (Ex. 22:28; Hch. 23:5).


            Tercero, el creyente debe pagar sus impuestos con el fin de asegurar la subsistencia del Estado (Rom. 13:6-7).


            Cuarto, el creyente debe orar por sus gobernantes (1ª Ti. 2:1-2).


            La sujeción del cristiano a los gobernantes se limita a lo justo y a lo que es acorde a la palabra de Dios. En caso que los gobernantes promulga­ran leyes u órdenes que son contrarías a la voluntad de Dios expresada en la Biblia, el creyente no está obligado a obedecer en semejante caso (Hch. 4:19; 5:29). No obstante, en tal situación, la resistencia del cristiano debe ser pasiva teniendo presente que con su negativa acarreará la venganza de los gobernantes. En todo caso, él habrá actuado de acuerdo a su conciencia y sabrá que lo que hizo fue en obediencia a la Palabra de Dios.















26) EL DIEZMO

Hebreos 7:4-10


INTRODUCCION:    El diezmo es la entrega que se hace a Dios de la décima parte de los ingresos que una persona tiene. Dios promete bendiciones de provisión para quienbes así lo hagan.


1)  SIGNIFICADO DEL DIEZMO
Es una expresión de gratitud por bendiciones recibidas, 1ª Génesis 14:18-20. Es un reconocimiento del sacerdocio Números 18:21


2) JESUS RATIFICO LA PRACTICA DEL DIEZMO
            Mateo 23:23


3) EL DIEZMO ES UNA ENSEÑANZA TAMBIEN DEL NUEVO PACTO
El sacerdocio de Melquisedec es el mismo para Abrahán como para la Iglesia. Por tanto, si bajo ese sacerdocio Abrahán diezmo, también debe hacerlo la Iglesia. Hebreos 7:8


4) CONDICIONES PARA EL PAGO DE LOS DIEZMOS
Al igual que con cualquier otro aspecto de las obligaciones cristianas, el pago de los diezmos debe hacerse con corazón espontáneo, no por obligación. Malaquías 3:8, 2ª Corintios 9:7


5- PROMESAS PARA EL QUE DIEZMA
Malaquías 3:10-12; Lucas 6:38; 2ª Corintios 9:6-7





















27) EL ESTADO DE LOS MUERTOS


            Al estado de los muertos se le llama también el estado intermedio porque la muerte es el período que media entre la vida física y la vida de resurrección.

            La muerte física se produce en el momento en que el alma se separa del cuerpo va al polvo, de donde fue tomado, y el alma pasa al estado intermedio.

          Para comprender lo que sucede en el estado intermedio, es importante establecer las sustanciales diferencias que se han producido en él a partir de la muerte y resurrección de Cristo.

           Antes de la muerte de Cristo. El estado de los muertos fue descrito por el Señor Jesús en su relato del rico y Lázaro (Lc. 16:19-31). En esta porción se establece que después de la muerte las almas de los muertos son conducidas a un lugar llamado Hades (v. 23). Este lugar, situado en el centro del planeta tierra, esta dividida en dos secciones separadas por un abismo (v. 26). La parte superior del Hades se llamaba "Seno de Abrahán" o "paraíso" v. 22); éste era un lugar de consuelo donde reposaban las almas de los justos (v. 25). La parte inferior era llamada solamente "Hades" y era un lugar de tormento donde eran arrojadas las almas de los injustos (v. 23).

            Es importante también notar en este relato que las almas de los muertos continúan en completa conciencia. Pueden reconocerse entre ellas (v. 23). Poseen sensibilidad (v. 24). Pueden comunicarse (v. 24). Recuerdan sus vidas en la tierra (v. 25). Recuerdan a sus familiares que todavía están con vida. (v. 27-28).

          Durante la muerte de Cristo. Cuando el Señor Jesús murió en la cruz, su cuerpo fue sepultado; pero, su alma descendió al Hades (Hch. 2:31), al lugar de consuelo, donde estaban las almas de los justos (1ª Pedro 3:18-19). El propósito de descender al Hades era el de llevar a las almas de los justos la buena nueva de que las promesas de redención habían sido cumplidas en él. Otros pasajes que demuestran el descenso de Cristo al Seno de Abrahán o paraíso son Mateo 12:40; Lucas 23:43; Efesios 4:9-10.


            Cuando el Señor Jesús resucitó de entre los muertos se llevó consigo las almas de los justos que durante los siglos anteriores habían guardado su llegada en el Seno de Abrahán (Ef. 4:8-10).


          Después de la resurrección de Cristo. Al ascender a lo alto, Jesús trasladó el Paraíso hasta el tercer cielo (2ª Cor. 12:2-4). Los injustos fueron dejados en el Hades que continúa estando en el centro de la tierra y es el lugar en donde son depositadas las almas de los incrédulos en la actualidad. Cuando una persona muere en sus pecados, su alma es llevada al Hades en donde es atormentada hasta que llegue el día del Juicio Final (Ap. 20:13).

            En cuanto a los justos, cuando mueren, sus almas son llevadas de inmediato a la presencia del Señor, al Paraíso (2ª Cor. 5:6-8; Fil. 1:21-24).

          La razón por la que antes de la muerte de Cristo las almas de los justos no pasaban a la presencia del Señor de inmediato, como suceden en el presente, era que la sangre que quita el pecado del mundo no había sido derramada; pero, cuando Cristo murió, descendió a dar la buena nueva a los justos, los tomó con él al tercer cielo y allí esta recibiendo a todos los que duermen en él. Su sacrificio ha hecho toda la diferencia.






EVENTOS FUTUROS

ESCATOLOGÍA

DEFINICION
La escatología es la parte de la teología que trata sobre las últimas cosas o los últimos eventos, tales como: la segunda venida de Cristo, el fin del mundo, etc. Esta palabra se deriva de dos palabras griegas, que son:

"Escatos" - que significa "último".
"Logos" - que significa "palabra" o "discurso".

INTERPRETACIONES ESCATOLOGICAS
Existen diferentes conceptos de interpretación escatológica que tienen que ver en torno a la relación de los mismos, con dos eventos futuros, que son: la segunda venida de Cristo y el Milenio. Estos conceptos son los siguientes:
1) El concepto Amilenario
2) El concepto Postmilenario
3) El concepto Premilenario - (este último se divide  en tres pensamientos distintos tocantes al arrebatamiento de la iglesia.)

EL CONCEPTO AMILENARIO
          Nació de la teología de la iglesia romana. Enseña que la iglesia es el reino y que, por lo tanto, está, o debiera estar reinando ahora. Su teoría está basada en la del teólogo San Agustín (354-430 DC.), quién declaró que el milenio se tenía que interpretar espiritualmente como cumplido en la iglesia y que:
Satanás fue encadenado durante el ministerio de Cristo (Lucas 10:18).

La primera resurrección es el nuevo nacimiento (Juan 5:25).

El milenio es el periodo interadventual de la era de la iglesia.

Los "mil años" se cumplirían literalmente, aunque no numéricamente, hasta el 605 D.C.

Los milenaristas aclaran que "mil" es una referencia simbólica que significa perfección o plenitud relacionada al período completo entre la primera y segunda venida de Cristo.

EL CONCEPTO POSTMILENARIO
          Este concepto obtuvo su forma teológica con las enseñanzas de Daniel Whitby (1638-1726), apoyando que la segunda venida de Cristo seguirá al milenio de paz y justicia. Su filosofía es que, mediante la evangelización, toda maldad sería minimizada hasta que Cristo tuviera un reino espiritual durante un milenio y, después de esto, él vendría a juzgar y a concluir el presente orden mundial.

EL CONCEPTO PREMILENARIO
          Este concepto sostiene que su interpretación es fé histórica de la iglesia y apoya el sistema de interpretación literal de la Biblia. Cree firmemente que las promesas a Abraham y David son incondicionales y que han tenido o tendrán cumplimiento literal.

          También este concepto cree que las promesas a Israel no han sido abrogadas ni cumplidas por la iglesia, la cual es un cuerpo distinto de esta edad con promesas y destino diferentes a Israel. Se sostiene que Cristo volverá por su iglesia encontrándose con ella en el aire (1 Tes. 4:16,17) antes de su reinado milenial, el cual establecerá en su retorno personal a la tierra.

           Dentro de este concepto existen tres grupos que difieren en cuanto al momento en que el arrebatamiento de la iglesia ha de ocurrir:

1) los pretribulaciónistas.                                                 2) los midtribulaciónistas.                                                 3) los postribulaciónistas. En cuanto a esto estaremos comentando más adelante.






ORDEN DE LOS EVENTOS ESCATOLÓGICOS

En cuanto al orden de los eventos próximos a ocurrir, generalmente se considera como sigue:


1) El Rapto o Arrebatamiento (1 Tes. 4:16, 17)  seguido por El Tribunal de Cristo  y las bodas del Cordero.


2) La Gran Tribulación (Mat. 24:21).


3) La Batalla de Armagedón (Apo. 16:14, 16).


4) La Segunda Venida de Cristo (Mateo 24:30).


5) El Reino Milenial (Apo. 20:6).


6) El Juicio del Gran Trono Blanco (Apo. 20:11).


7) La Eternidad (Apo. 22:3-5).



28) EL RAPTO DE LA IGLESIA.

            En el retorno de Cristo a la tierra, habrán dos apariciones: La primera para arrebatar a su iglesia y, la segunda, para establecer su Reino milenial.  Ambas apariciones están separadas por un período de siete años y poseen características muy diferentes.

            La primera aparición o Rapto de la iglesia es inminente y ha de ocurrir de manera sorpresiva. en 1ª Tes. 4:15-17 se nos ofrece una breve descrip­ción de lo que sucederá en ese día:
            Cristo descenderá de los cielos.
            Resucitarán los muertos en Cristo (v. 16).
            Los creyentes que están con vida serán arrebatados juntamente con       los que hayan resucitado.

            Todos juntos recibirán al Señor en el aire (v.17). Jesús no posará sus pies sobre la tierra.

En 1ª Cor. 15:51-53 se describen otros sucesos que sucederán el día del Rapto:

- Será tocada la trompeta que anunciará el levantamiento de la iglesia.

- Los muertos en Cristo resucitarán con cuerpos incorruptibles. Es la primera resurrección (1ª Cor. 15:20-23).

            Los creyentes que están con vida experimentarán la glorificación de sus cuerpos para recibir uno semejante al de los resucitados (Fil. 3:20-21).

            Otro elemento digno de ser considerado como parte del día del Rapto es que el Espíritu Santo se irá de la tierra junto con la iglesia (2ªTs. 2:7).

            Los objetivos que Dios persigue con el Rapto de la iglesia son: Primero, desposar a su Hijo con la iglesia y celebrar las bodas del Cordero (Ap. 19:7-9); segundo, librar a su iglesia de la Gran Tribulación cuyo inicio, posterior al Rapto, queda establecido en 2ªTs. 2:7-12.

            Algunas de las características del Rapto son:
No será visible al mundo (1 Ts. 5:2; Ap. 16:15). Igual que el ladrón, el mundo no le verá. Notarán la desaparición de los santos; pero, no creerán.

Será instantáneo (1ª Cor. 15:51-52).
Será inesperado (Mt. 24:42-44, 25:13; Mr. 13:32-33).
Será selectivo, en el sentido de que únicamente serán arrebatadas aquellas personas que hayan experimentado una sincera conversión y un nuevo nacimiento (2Pedro 2:9; Ap. 3:10).

29) EL TRIBUNAL DE CRISTO

          Cuando la iglesia sea raptada se realizará el Tribunal de Cristo (Mt. 16:27; Ap. 22:12), en el cual, serán juzgadas las obras del creyente. El juez en este Tribunal será el Señor Jesús (2ª Cor. 5:10) y la finalidad del juicio es la de determinar si un creyente merece recibir o no algún galardón

            El pasaje de la Biblia que más extensamente habla sobre el Tribunal de Cristo es 1ª Corintios 3:8-15. En este pasaje podemos notar las siguientes enseñanzas importantes:

            Los ministros del evangelio han de ser juzgados no sólo con respecto a su vida privada sino también con respecto a la manera en que ejercieron su ministerio (v. 8-9). Compárese con Hebreos 13:17.

            Cada creyente será juzgado de acuerdo al papel que Dios le confió dentro de su obra (v. 10-11).

            Las obras del creyente pueden ser buenas (oro, plata, piedras preciosas) o malas (madera, heno, hojarasca).  Cristo será quien determine si las obras son buenas o malas (v. 12) y lo hará no solamente por las obras en sí, sino por los motivos que las condujeron (1a. Corintios 4:5).

            La obras del creyente serán probadas de acuerdo a la norma divina.  Así como el fuego demuestra la eficiencia de un material, el fuego escudriña­dor de Dios probará la obra de cada creyente (v. 13). Las obras que resulten aprobadas serán recompensadas (v. 14).

            Aquellos creyentes cuyas obras no resulten aprobadas no recibirán ningún galardón; no obstante, ellos serán siempre salvos pues su salvación no depende de sus obras sino de los méritos de Cristo (v. 15).

            En la Biblia se habla de diferentes galardones que Dios dará; entre ellos, se mencionan las coronas que se otorgan por méritos específicos:

            La Corona de Vida para el que soporta las pruebas   (Stg. 1:12; Ap. 2:10).

           La Corona de Justicia para los que aman la venida del Hijo de Dios. (2a. Ti. 4:8).

           La Corona de Gloria para los ministros fieles (1a. P. 5:4).

            Puesto que los galardones son recompensas que se reciben de acuerdo a las obras del creyente, es necesario recordar que si el cristiano descuida su conducta puede perder los galardones a que se hallan hecho acreedor en el pasado (2a. Jn. 8). 
                30) LA GRAN TRIBULACION



          Los eventos más importantes que sucederán durante La Gran Tribulación son los siguientes:

          - Aparición de la Bestia o Anticristo (2ª Ts. 2:7-10; Ap. 13:1-4).

          - Aparición del Falso Profeta (Ap. 13:11-14).

          - La Bestia establece pacto de amistad con Israel (Dn. 9:27). Israel le recibe como su fuese el Mesías. Paz aparente.

             - A la mitad del período de Gran Tribulación, se le impide la entrada a Satanás al cielo (Ap. 12:10-12).

             -  Con gran ira Satanás otorga gran autoridad a la Bestia y se desatan los días difíciles de la Gran Tribulación. El pacto con Israel es anulado (Dn. 9:27). Israel es invadido y la Bestia profana el templo sentándose en el templo de Dios para ser adorado como Dios (Dn. 7:24-25; 2ª Ts. 2:4).

          - Se inicia la persecución contra el pueblo judío y contra los que conservan el testimonio de Jesucristo (Ap. 13;5-8).

           - Son eliminadas dos terceras partes del pueblo judío (Zac. 13:8-9).

          - La Gran Ramera (unidad mundial de religiones) es destruida (Ap. 17:1-6, 16-17).

            Dios derrama sus juicios sobre la tierra (Ap. 15:5-8; 16:1-12; 17-21).

            hacia el final de los siete años se desata la batalla del Armagedón (Ap. 16:13-16). Como resultado de la guerra y de los juicios de Dios se produce la muerte de la cuarta parte de la población mundial (Ap. 6:8).

            Los ejércitos de la Bestia se congregan en el valle de Megido a fin de enfrentar al Hijo de Dios (2ª Ts. 2:8; Ap. 19:11-19).

            La Bestia es destruida junto con sus ejércitos (Ap. 19:20-21).
            La gran Tribulación además de ser un período de juicio es también un período de salvación, tanto para judíos (Ap. 7:1-4) como para gentiles (Ap.
7:9-14).


























31) LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO


            Al final de la Gran Tribulación se producirá lo que propiamente se llama la Segunda Venida de Cristo.  Las señales que precederán la segunda venida son: La congregación de los ejércitos de la Bestia en el valle del Megido (Ap. 19:9) y señales en el cielo y el mar (Jl. 2:30-31; Lc. 21:25-28; Ap. 6:12-13).

            La Segunda Venida de Cristo es diferente a su primera aparición para levantar a su iglesia. Las características de La Segunda Venida son:


Será Corporal: Jesús volverá con el mismo cuerpo glorificado con que fue tomado a los cielos (Hch. 1:9-11; Zac. 13:6).


Será Visible: Todo ojo le verá, desde el oriente hasta el occidente (Mt. 24:27; Mr. 13:26; Ap.. 1:7).


Será gloriosa: Sin relación a la bajeza de un cuerpo de pecado (hebreos 9:28)


Vendrá como Rey: (Salmo 72:11; Mt. 25:31; Ap. 19:16).
Vendrá sobre las nubes: (Mt. 24:30).


Vendrá con los ejércitos celestiales: Estos ejércitos están formados por sus ángeles (Mt. 25:31; 2ª Ts. 1:7).


Vendrá con su iglesia: (Zac. 14:5; 1ª Ts. 3:13).


Vendrá con poder y gloria: (Mr. 13:26; Lc. 21:27).


Los objetivos que Cristo persigue en su Segunda Venida son tres:


1) Traer juicio contra la Bestia (2ª Ts. 2:8; Ap. 19:19-20), contra el sistema mundano (Dn. 2:31-35, 40-45) y contra los incrédulos (2ª Ts. 1:7-10).


2) Resucitar a los mártires de La Gran Tribulación (Ap. 20:4-6).


3) Establecer su Reino Milenial (Ap. 20:1-3).


          Las principales diferencias que se presentan entre el Rapto de la Iglesia y la Segunda Venida de Cristo son los siguientes:

          En el rapto Cristo desciende hasta las nubes (1ª Ts. 4:16-17) en la Segunda Venida él desciende hasta la tierra (Zac. 14:4).

          En el rapto Cristo viene a recoger a sus santos (1ª Ts. 4:16-17), en la segunda venida él viene acompañado de sus Santos (Jud. 14).

          No se dice que la venida de Cristo para levantar a su Iglesia será precedida de señales en los cielos; pero, la Segunda Venida si será anunciada por señales en los cielos (Mt. 24:29-30).
  
          El rapto será invisible al mundo, será como ladrón en la noche; en cambio, en la Segunda Venida todo ojo le verá (Ap. 1:7).

          El rapto es un trato exclusivo con la Iglesia; en cambio, en la Segunda Venida es parte del trato con Israel y con las naciones gentiles.

         A parte de éstas diferencias es conveniente recordar que entre el rapto y la Segunda Venida media un período de siete años durante los cuales se producirán los eventos de la gran tribulación.


32) EL REINO MILENIAL DE CRISTO


          Cuando Cristo vuelva a la tierra establecerá su Reino Milenial, el cual, será,  un reino literal sobre todo el planeta en donde Jesús será el Rey Soberano. El Reino de Cristo tendrá duración de mil años (Ap. 20:1-6).

          Los eventos que predecirán la plenitud del Reino Milenial son los siguien­tes:
- Descenso de Cristo (Zac. 14:4).
- Apresamiento de Satanás (Ap. 20:1-3).
Resurrección de los mártires de la Gran Tribulación y de los justos del Antiguo Testamento (Ap. 20:4).
- Retorno del Espíritu Santo (Ez. 36:26-27).
- Conversión de Israel (Zac. 12:10-12).
- Restauración de Israel (Is. 11:11-12, 35:10; Miq 4:6-7; Zac. 8:7-8).

         La Iglesia participará del Reino Milenial en su calidad de Esposa del Cordero. Los cristianos fungirán como Jueces, Reyes y Sacerdotes (Ap. 2:26-27).


         Con respecto a las características geográficas del Reino Milenial tenemos los siguientes datos:


La extensión del Reino Será toda la tierra (Sal. 2:8, 72:8; Zac. 9:10, 14:9).


La capital será Jerusalén (Is. 2:2-3; Zac. 8:3).


El centro de adoración mundial estará en  Jerusalén (Zac. 8:20-23, 14:16).


Las principales características del Reino Milenial son las siguientes:


Será supremo (Mi. 4:1).
Será justo (Sal. 72:2-4, 12-14; Jer. 33:15).
Será pacífico (Is. 2:4, Mi. 4:3-4; Zac. 9:10).
Será feliz (Is. 35:10; 65:18-19).
Será seguro (Is. 32:1-2, 18; EZ. 28:25-26).


Habrá conocimiento de Dios (Is. 11:9; Jer. 31-34; Hab. 2:14).


Merecen especial mención las profundas transformaciones que se produci­rán en la naturaleza durante el Reino Milenial:


Las bestias habitarán pacíficamente (Is. 11:6-8; 65:25).


Reverdecerá el desierto (Is. 32:15, 35:1-2, 7, 41:18-20).


La tierra aumentará su fertilidad (Ez. 36:29-30).


Será restaurada la longevidad humana (Is. 65:20,22; Zac. 8:4-5).


Las enfermedades desaparecerán (Is. 35:5-6).


Cuando las bendiciones del Reino sean cumplidas y termine el período de mil años, las naciones serán probadas una vez más.  Satanás será soltado de su prisión y engañará a muchos; pero al final serán consumidos pro el fuego de Dios (Ap. 20:7-10).








33) LOS JUICIOS FINALES

            Después del Reino Milenial de Cristo se producirán tres eventos que merecen especial atención: El juicio de los ángeles caídos, la destrucción del universo actual y el Juicio del Gran Trono Blanco o Juicio Final.

            El Juicio de los ángeles caídos.  Será posterior al Reino Milenial, cuando Satanás sea lanzado al Lago de Fuego (Ap. 20:10). El Juicio de Satanás se ha realizado con anterioridad (Jn. 16:11), ahora, precede el juicio de sus ángeles (2ª P. 2:4; Jud. 6).  La Iglesia de Cristo fungirá como juez (1ª Corintios 6:3).  El destino final para los ángeles caídos es el Lago de Fuego (Mt. 25:41).

            Destrucción del universo actual. inmediatamente antes del Juicio Final, la actual creación será destruida (2ª P. 3:10-12).  Esta destrucción acontecerá el mismo día del juicio (2ª P. 3:7; Ap. 20:11).

            El Juicio Final. También se le llama el juicio del Gran Trono Blanco. En él serán juzgados los incrédulos de todos los tiempos. El Juez del Gran Trono Blanco será el Señor Jesús (Jn. 5:22; Hch. 10:42, 17:30-31).  El señor Jesús será ayudado por la Iglesia para juzgar al mundo (aª Cor. 6:2).

            Para comparecer en el Juicio Final los incrédulos serán resucitados en la Segunda Resurrección (Ap. 20:11-13), la cual, es una resurrección de condenación.  Ninguno de los que sean juzgados en el Juicio Final tienen oportunidad de alcanzar salvación, el propósito de este juicio es solamente determinar el grado de castigo que cada incrédulo soportará en el Lago de Fuego (mt. 11:22; Lc. 12:47-48).

            La base del juicio son las obras (Ec. 12:14; Mt. 12:36-37; Ap. 20:12-13).  Después de ser juzgadas las almas serán lanzadas al Lago de Fuego (Ap. 20:15) donde sufrirán el mayor o menor grado de castigo que el Juez Justo haya determinado.
















34) LA ETERNIDAD FUTURA


          Después del Juicio Final el tiempo será absorbido por la eternidad.  Tanto justos como injustos entrarán en la Eternidad Futura; pero, sus estados serán diferentes:

Los incrédulos.
          Su lugar: Serán arrojados a un sitio especial que en las Escrituras es llamado de las siguientes formas:
Infierno (Mt. 10:28), horno de fuego (Mt. 13:42), eterna perdición (2Ts. 1:9), tinieblas eternas (Jud. 13), muerte segunda (Ap. 20:14) y lago de fuego (Ap. 20:15).

Su condición: En la Segunda Resurrección recibirán un cuerpo diseñado para los tormentos del Lago de Fuego.  Estarán excluidos de todo favor divino (2 Ts. 1:9). Serán atormentados (Ap. 14:10). Satanás será atormentado juntamente con ellos (Ap. 20:10).

            Su duración: El castigo de los incrédulos dentro del lago de fuego es tan eterno como la gloria de los justos (Mt. 25:26; Mr. 9:43-44; Ap. 14:10-11).  La enseñanza de la destrucción de las almas es desmentida por las Escrituras al comparar Apocalipsis 19:20 con 20:10 y considerar que entre ambos pasajes media un período de mil años.

Los justos.
            Su lugar: Al final del sistema actual Dios creará un cielo nuevo y una tierra nueva (Ap. 21:1).  Los justos tendrán su lugar tanto en la nueva tierra como en el cielo ya que heredarán todas las cosas (Ap. 21:7). Algunos elementos de la nueva creación son descritos en Apocalipsis 21:1, 9-11, 22-23; 22:1-5.

            Su condición: Tendrán el cuerpo y la mente de Cristo (1ª Jn. 3:2).  Serán inmortales (Ap. 21:4).  No sufrirán más (Ap. 21:4, 22:3).

            Su duración: La condición de gozo, paz y felicidad de los justos será eterna (Ap. 22:5)
















INDICE



Nombre...................................Pág.

Introducción.........................................................3
La Inspiración de Las Escrituras..........................5
La Trinidad de Dios.............................................12
La Deidad de Cristo.............................................15
La Personalidad y Deidad del Espíritu Santo......17
La Depravación Total..........................................19
La Elección Incondicional...................................21
La Expiación Limitada........................................24
La Gracia Irresistible...........................................26
La Seguridad Eterna de La Salvación.................28
El Arrepentimiento..............................................29
La Justificación....................................................31
La Regeneración..................................................34
La Santificación...................................................37
El Bautismo en EL Espíritu Santo.......................39
Los Dones del Espíritu Santo..............................41
La Sanidad Divina...............................................47
Satanás y Los Demonios.....................................49
Los Ministerios ...................................................52
La Organización de La Iglesia Local...................56
El Bautismo en Agua...........................................57
La Santa Cena......................................................59
La Oración...........................................................61
El Ayuno..............................................................63
El Matrimonio......................................................65
El Cristiano y El Estado.......................................67
El Diezmo............................................................69
El estado de los Muertos.......................................71
Los Eventos Futuros.............................................74
El Rapto de la Iglesia............................................78
El Tribunal de Cristo ............................................80
La Gran Tribulación..............................................82
La Segunda Venida de Cristo................................85
El Reino Milenial de Cristo...................................88
Los Juicios Finales.................................................91
La Eternidad Futura............................................93



























Arminianismo

Libre-Voluntad o Habilidad Humana
Aunque la naturaleza humana fue seriamente afectada por la caída [de Adán], el hombre no ha sido dejado en un estado de total desayuda espiritual. Dios por cortésmente capacita todo pecador para que se arrepienta y crea, pero no interfiere con la libertad del hombre. Cada pecador posee una voluntad libre, y su destino eterno depende de como la use. La libertad del hombre consiste en su habilidad para escoger el bien sobre el mal en los asuntos espirituales; su voluntad no es esclava a la naturaleza pecaminosa. El pecador tiene el poder para cooperar con el Espíritu de Dios y ser regenerado ó resistir la gracia de Dios y perecer. El pecador perdido necesita la asistencia del Espíritu, pero no tiene que ser regenerado por el Espíritu antes que el pueda creer, pues la fe es un acto del hombre y precede el nuevo nacimiento. La fe es el don del hombre hacia Dios; es la contribución del hombre para la salvación.


Calvinismo




Total Inhabilidad ó Total Depravación
A causa de la caída, el hombre es incapaz de por cuenta propia creer el evangelio para salvación. El pecador esta muerto, ciego y sordo a las cosas de Dios; su corazón es engañoso y desesperadamente corrupto. Su voluntad no es libre, esta en esclavitud a su naturaleza perversa. Por eso, no escogerá - en verdad el no puede - escoger el bien sobre el mal en el area espiritual. Consecuentemente, toma mucho más que la asistencia del Espíritu para traer el pecador a Cristo - hace falta la regeneración por medio de la cual el Espíritu hace que el pecador viva y le da una nueva naturaleza. La fe no es algo que el hombre contribuye a la salvación sino que es en si parte misma del don de Dios de la Salvación - es el don de Dios para el pecador, no el don del pecador para Dios.











Los Canones de Dort

Antiguamente Titulado
La Decisión del Sinodo de Dort sobre los Cinco Principales Puntos de Doctrina en Disputa en los Paises Bajos
La Decisión del Sínodo de Dort en los Cinco Principales Puntos de Doctrina en Disputa en los Paises Bajos es popularmente conocido como Los Cánones de Dort. Consiste en declaraciones de doctrina adoptada por el gran Sínodo de Dort el cual se reunió en la ciudad de Dordrecht en 1618-1619. Aunque este fue un sínodo nacional de las Iglesias reformadas de los Países Bajos, tenía un carácter internacional, ya que estaba compuesto no solamente de delegados Holandeses sino además de veintiseis delegados de otros ocho paises.
El Sinodo de Dort fue convocado con el fin de solucionar una seria controversia en las iglesias Holandesas iniciadas por el surgimiento del Arminianismo. Jacobo Arminio, un teólogo profesor en la Universidad Leiden, cuestinó la enseñanza de calvino y sus seguidores en un número de puntos importantes. Después de la muerte de Arminio, sus seguidores presentaron sus posiciones en cinco de estos puntos en la "Protesta de 1610". En este documento ó en escritos tardíos mas explicitos, los Arminianos ensañaron que la elección estaba basada en fe prevista, que la expiación fue universal, que la depravación es parcial, que la gracia es resistible, y la posibilidad de una caída de la gracia. En los Canones el Sinodo de Dort rechazó estas posiciones y proclamó la doctrina Reformada en estos puntos, nombramos, la elección incondicional, la expiación limitada, la depravación total, la gracia irresistible, y la perseverancia de los santos.

Los Canones tienen un caracter especial porque su propósito original como decisión judicial en los puntos doctrinales en disputa durante la contreversia Arminiana. El prefacio original les llamaba un "juicio, en el cual ambas, la verdadera posición, de acuerdo con la Palabra de Dios, referente los ya mencionados cinco puntos de doctrinas es explicada y la posición falsa, en desacuerdo con la Palabra de Dios, es rechazada". Los Canones además tienen un carácter limitado en que estos no cubren la totalidad de la doctrina, sino que enfoca en los cinco puntos de doctrina en disputa. Cada uno de los puntos principales consiste en una parte positiva y una parte negativa, la primera siendo la exposición de la doctrina reformada sobre el tema y la segunda una repudiación (reprobación ó rechazo) de los errores correspondientes. Aunque en forma estos son realmente cuatro puntos, hablamos propiamente de cinco puntos, porque los Canones fueron estructurados para corresponder a los cinco articulos de la protesta de 1610. Los puntos principales tres y cuatro fueron combinados en uno, siempre siendo designados como puntos prncipales III/IV.

CAPITULO PRIMERO:
DE LA DOCTRINA DE LA DIVINA ELECCION Y REPROBACION.
1.- Puesto que todos los hombres han pecado en Adán y se han hecho culpables de maldición y muerte eterna, Dios, no habría hecho injusticia a nadie si hubiese querido dejar a todo el género humano en el pecado y en la maldición, y condenarlo a causa del pecado, según estas expresiones del Apóstol: ...Para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios... por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la Gloria de Dios (Rom. 3:19,23). Y: Porque la paga del pecado es la muerte... (Rom. 6:23).
II.- Pero, en esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a Su Hijo unigénito al mundo... para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (1 Jn. 4,9; Jn. 3,16).
III.- A fin de que los hombres sean traídos a la fe, Dios, en su misericordia, envía mensajeros de esta buena nueva a quienes le place y cuando Él quiere; y por el ministerio de aquellos son llamados los hombres a conversión y a la fe en Cristo crucificado. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quién no han oído? ¿Y Cómo predicarán si no fueren enviados? (Rom. 10:14,15).
IV.- La ira de Dios está sobre aquellos que no creen este Evangelio. Pero los que lo aceptan, y abrazan a Jesús el Salvador, con fe viva y verdadera, son librados por Él de la ira de Dios y de la perdición, y dotados de la vida eterna Un. 3:36; Mr. 16:16).
V.- La causa o culpa de esa incredulidad, así como la de todos los demás pecados, no está de ninguna manera en Dios, sino en el hombre Pero la fe en Jesucristo y la salvación por medio de El son un don gratuito de Dios; como está escrito: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de nosotros, pues es don de Dios (Ef. 2:8). Y así mismo: Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en El... (Fil. 1:29).
VI.- Que Dios, en el tiempo, a algunos conceda el don de la fe y a otros no, procede de Su eterno decreto. Conocidas son a Dios desde e! siglo todas sus obras (Hch. 15:18), y: hace todas las cosas según el designio de su voluntad (Ef. 1: I 1). Con arreglo a tal decreto ablanda, por pura gracia, el corazón de los predestinados, por obstinados que sean, y los inclina a creer; mientras que a aquellos que, según Su justo juicio, no son elegidos, los abandona a su maldad y obstinación. Y es aquí, donde, estando los hombres en similar condición de perdición, se nos revela esa profunda misericordiosa e igualmente justa distinción de personas, o decreto de elección y reprobación revelado en la Palabra de Dios. La cual, si bien los hombres perversos, impuros e inconstantes tuercen para su perdición, también da un increíble consuelo a las almas santas v temerosas de Dios.
VII.- Esta elección es un propósito inmutable de Dios por el cual El, antes de la fundación del mundo, de entre todo el género humano caído por su propia culpa, de su primitivo estado de rectitud, en el pecado y la perdición, predestinó en Cristo para salvación, por pura gracia y según el beneplácito de Su voluntad, a cierto número de personas, no siendo mejores o más dignas que las demás, sino hallándose en igual miseria que las otras, y puso a Cristo, también desde la eternidad, por Mediador y Cabeza de todos los predestinados, y por fundamento de la salvación. Y, a fin de que fueran hechos salvos por Cristo, Dios decidió también dárselos a él, llamarlos y atraerlos poderosamente a Su comunión por medio de Su Palabra y Espíritu Santo, o lo que es lo mismo, dotarles de la verdadera fe en Cristo, justificarlos, santificarlos y, finalmente, guardándolos poderosamente en la comunión de Su Hijo, glorificarlos en prueba de Su misericordia y para alabanza de las riquezas de Su gracia soberana. Conforme está escrito: según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuéremos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el Puro afecto de Su voluntad, para alabanza de la gloria de Su gracia, con la cual nos hizo aceptor en e! Amado (Ef. I A-6); y en otro lugar: Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó,, y a los que justificó, a éstos también glorifico. (Rom. 8:10).
VIII.- La antedicha elección de todos aquellos que se salvan no es múltiple, sino una sola y la misma, tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. Ya que la Escritura nos presenta un único beneplácito, propósito y consejo de la voluntad de Dios, por los cuales Él nos escogió desde la eternidad tanto para la gracia, como para la gloria, así para la salvación, como para el camino de la salvación, las cuales preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Ef. 1:4,5 y 2:10).
IX.- Esta misma elección fue hecha, no en virtud de prever la fe y la obediencia a la fe, la santidad o alguna otra buena cualidad o aptitud, como causa o condición, previamente requeridas en el hombre que habría de ser elegido, sino para la fe y la obediencia a la fe, para la santidad, etc. Por consiguiente, la elección es la fuente de todo bien salvador de la que proceden la fe, la santidad y otros dones salvíficos y, finalmente, la vida eterna misma, conforme al testimonio del Apóstol: ... Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo (no, porque éramos, sino), para que fuésemos santos y sin mancha delante de él (Ef. 1:4).
X.- La causa de esta misericordiosa elección es únicamente la complacencia de Dios, la cual no consiste en que Él escogió como condición de la salvación, de entre todas las posibles condiciones, algunas cualidades u obras de los hombres, sino en que Él se tomó como propiedad, de entre la común muchedumbre de los hombres, a algunas personas determinadas. Como está escrito: (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la electrón permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se !e dejó (esto es, a Rebeca): amé más a Jacob, a Esaú aborrecí (Rom. 9:11-13); y creyeron todos los que estaban ordenados para !a vida eterna (Hch. 13:48).
XI. - Y como Dios mismo es sumamente sabio, inmutable, omnisciente y todopoderoso, así la elección, hecha por Él, no puede ser anulada, ni cambiada, ni revocada, ni destruida, ni los elegidos pueden ser reprobados, ni disminuido su número.
XII.- Los elegidos son asegurados de esta su elección eterna e inmutable, a su debido tiempo, si bien en medida desigual y en distintas etapas; no cuando, por curiosidad, escudriñan los misterios y las profundidades de Dios, sino cuando con gozo espiritual y santa delicia advierten en sí mismos los frutos infalibles de la elección, indicados en la Palabra de Dios (cuando se hallan: la verdadera fe en Cristo, temor filial de Dios, tristeza según el criterio de Dios sobre el pecado, y hambre y sed de justicia, etc.) (2 Cor. 13:5).
XIII.- Del sentimiento interno y de la certidumbre de esta elección toman diariamente los hijos de Dios mayor motivo para humillarse ante Él, adorar la profundidad de Su misericordia, purificarse a sí mismos, y, por su parte, amarle ardientemente a Él, que de modo tan eminente les amó primero a ellos. Así hay que descartar que, por esta doctrina de la elección y por la meditación de la misma, se relajen en la observancia de los mandamientos de Dios, o se hagan carnalmente descuidados. Lo cual, por el justo juicio de Dios, suele suceder con aquellos que, jactándose audaz y ligeramente de la gracia de la elección, o charloteando vana y petulantemente de ella, no desean andar en los caminos de los elegidos.
XIV.- Además, así como esta doctrina de la elección divina, según el beneplácito de Dios, fue predicada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento por los profetas, por Cristo mismo y por los apóstoles, y después expuesta y legada en las Sagradas Escrituras, así hoy en día y a su debido tiempo se debe exponer en la Iglesia de Dios (a la cual le ha sido especialmente otorgada), con espíritu de discernimiento y con piadosa reverencia, santamente, sin investigación curiosa de los caminos del Altísimo, para honor del Santo Nombre de Dios y para consuelo vivificante de Su pueblo (Hch. 20:27; Rom. 12:3; 11.33.34; Heb. 6:17,18).
XV.- La Sagrada Escritura nos muestra y ensalza esta gracia divina e inmerecida de nuestra elección mayormente por el hecho de que, además, testifica que no todos los hombres son elegidos, sino que algunos no lo son o son pasados por alto en la elección eterna de Dios, y estos son aquellos a los que Dios, conforme a Su libérrima, irreprensible e inmutable complacencia, ha resuelto dejarlos en la común miseria en la que por su propia culpa se precipitaron, y no dotarlos de la fe salvadora y la gracia de la conversión y, finalmente, estando abandonados a sus propios caminos y bajo el justo juicio de Dios, condenarlos y castigarlos eternamente, no sólo por su incredulidad, sino también por todos los demás pecados, para dar fe de Su justicia divina. Y este es el decreto de reprobación, que en ningún sentido hace a Dios autor del pecado (lo cual es blasfemia, aún sólo pensarlo), sino que lo coloca a Él como su Juez y Vengador terrible, intachable y justo.
XVI.- Quienes aún no sienten poderosamente en sí mismos la fe viva en Cristo, o la confianza cierta del corazón, la paz de la conciencia, la observancia de la obediencia filial, la gloria de Dios por Cristo, y no obstante ponen los medios por los que Dios ha prometido obrar en nosotros estas cosas, éstos no deben desanimarse cuando oyen mencionar la reprobación, ni contarse entre los reprobados, sino proseguir diligentemente en la observancia de los medios, añorar ardientemente días de gracia más abundante y espetar ésta con reverencia y humildad. Mucho menos han de asustarse de esta doctrina de la reprobación aquellos que seriamente desean convertirse a Dios, agradarle a Él únicamente y ser librados del cuerpo de muerte, a pesar de que no pueden progresar en el camino de la fe y de la salvación tanto como ellos realmente querrían; ya que el Dios misericordioso ha prometido que no apagará el pabilo humeante, ni destruirá la caña cascada. Pero esta doctrina es, y con razón, terrible pata aquellos que, no haciendo caso de Dios y Cristo, el Salvador, se han entregado por completo a los cuidados del mundo y a las concupiscencias de la carne, hasta tanto no se conviertan de veras a Dios.
XVII.- Puesto que debemos juzgar la voluntad de Dios por medio de Su Palabra, la cual atestigua que los hijos de los creyentes son santos, no por naturaleza, sino en virtud del pacto de gracia, en el que están comprendidos con sus padres, por esta razón los padres piadosos no deben dudar de la elección y salvación de los hijos a quienes Dios quita de esta vida en su niñez (Gn. 17:7; Hch. 2:39; 1 Cor. 7:14).
XVIII.- Contra aquellos que murmuran de esta gracia de la elección inmerecida y de la severidad de la reprobación justa, ponemos esta sentencia del Apóstol: Oh, hombre, ¿quién eres tú para que alterquen con Dios? (Rom. 9:20), y ésta de nuestro Salvador: ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? (Mt. 20:15). Nosotros, por el contrario, adorando con piadosa reverencia estos misterios, exclamamos con el apóstol: ¡Oh profundidad de lar riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sur caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor?¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuere recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. (Rom. 11: 33-36).
 CONDENA DE LOS ERRORES POR LOS QUE LAS IGLESIAS DE LOS PAISES BAJOS FUERON PERTURBADAS DURANTE ALGUN TIEMPO
Una vez declarada la doctrina ortodoxa de la elección y reprobación, el Sínodo condena los errores de aquellos:
I.- Que enseñan: «que la voluntad de Dios de salvar a aquellos que habrían de creer y perseverar en la fe y en la obediencia a la fe, es el decreto entero y total de la elección para salvación, y que de este decreto ninguna otra cosa ha sido revelada en la Palabra de Dios».
— Pues éstos engañan a los sencillos, y contradicen evidentemente a las Sagradas Escrituras que testifican que Dios, no sólo quiere salvar a aquellos que creerán, sino que también ha elegido Él, desde la eternidad, a algunas personas determinadas, a las que Él, en el tiempo, dotaría de la fe en Cristo y de la perseverancia, pasando a otros por alto, como está escrito: ...He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste Un. 17:6); y: ...y creyeron todos los que estaban ordenador para vida eterna (Hch. 13:48); y: ... según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos, santos y sin mancha delante de Él (Ef. 1:4).
II.- Que enseñan: que la elección de Dios pata la vida eterna es múltiple y varia: una, general e indeterminada; otra, particular y determinada; y que esta última es, o bien, imperfecta, revocable, no decisiva y condicional; o bien, perfecta, irrevocable, decisiva y absoluta. Asimismo: que hay una elección pata fe y otra para salvación, de manera que la elección para fe justificante pueda darse sin la elección para salvación.
- Pues esto es una especulación de la mente humana, inventada sin y fuera de las Sagradas Escrituras, por la cual se pervierte la enseñanza de la elección, y se destruye esta cadena de oro de nuestra Salvación: Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó (Rom. 8:30).
III.- Que enseñan que el beneplácito y el propósito de Dios, de los que la Escritura habla en la doctrina de la elección, no consisten en que Dios ha elegido a algunas especiales personas sobre otras, sino en que Dios, de entre todas las posibles condiciones, entre las que también se hallan las obras de la ley, o de entre el orden total de codas las cosas, ha escogido como condición de salvación el acto de fe, no meritorio por su naturaleza, y su obediencia imperfecta, a los cuales, por gracia, habría querido tener por una obediencia perfecta, y considerar como dignos de la recompensa de la vida eterna.
— Pues con este error infame se hacen inválidos el beneplácito de Dios y el mérito de Cristo, y por medio de sofismas inútiles se desvía a los hombres de la verdad de la justificación gratuita y de la sencillez de las Sagradas Escrituras, y se acusa de falsedad a esta sentencia del Apóstol: ...de Dios, (v. 8), quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obrar, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos (2 Tim. 1:9).
IV.- Que enseñan: que en la elección para fe se requiere esta condición previa: que el hombre haga un recto uso de la luz de la naturaleza, que sea piadoso, sencillo, humilde e idóneo para la vida eterna, como si la elección dependiese en alguna manera de estas cosas.
- Pues esto concuerda con la opinión de Pelagio, y está en pugna con la enseñanza del Apóstol cuando escribe: Todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con El nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medró de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Ef. 2:3-9).
V.- Que enseñan: que la elección imperfecta y no decisiva de determinadas personas para salvación tuvo lugar en virtud de previstas la fe, la conversión, la santificación y la piedad, las cuales, o bien tuvieron un comienzo, o bien se desarrollaron incluso durante un cierto tiempo; pero que la elección perfecta y decisiva tuvo lugar en virtud de prevista la perseverancia hasta el fin de la fe, en la conversión, era la santidad y en la piedad; y que esto es la gracia y la dignidad evangélicas, motivo por lo cual, aquel que es elegido es mas digno que aquel que no lo es; y que, por consiguiente, la fe, la obediencia a la fe, la santidad, la piedad y la perseverancia no son frutos de la elección inmutable para la gloria, sino que son las condiciones que, requeridas de antemano y siendo cumplidas, son previstas para aquellos que serían plenamente elegidos, y las usas sin las que no acontece la elección inmutable para gloria.
- Lo cual está en pugna con toda la Escritura que inculca constantemente en nuestro corazón y nos hace oír estas expresiones y otras semejantes: (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama) (Rom. 9:11) ...y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna (Hch. 13:48)... según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de El. (Ef. 1:4) No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros Un. 15:16). Y si por gracia, ya no es por obras. (Rom. 11:6) En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Jn. 4:10).
VI.- Que enseñan: «que no toda elección para salvación es inmutable; si no que algunos elegidos, a pesar de que existe un único decreto de Dios, se pueden perder y se pierden eternamente.
- Con tan grave error hacen mudable a Dios, y echan por tierra el consuelo de los piadosos, por el cual se apropian la seguridad de su elección, y contradicen a la Sagrada Escritura, que enseña: que engañarán, si fuera posible, aun a los elegidos (Mt. 24:24); que de toda lo que me diere, no pierda yo nada Jn. 6: 39); y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. (Rom. 8:30).
VII - Que enseñan: que en esta vida no hay fruto alguno, ni ningún sentimiento de la elección inmutable; ni tampoco seguridad, sino la que depende de una condición mudable e inciertas.
- Pues además de que es absurdo suponer una seguridad incierta, asimismo esto está también en pugna con la comprobación de los santos, quienes, en virtud del sentimiento interno de su elección, se gozan con el Apóstol, y glorifican este beneficio de Dios (Efesios 1): quienes, según la amonestación de Cristo, se alegran con los discípulos de que sus nombres estén escritos en el cielo (Lc. 10:20); quienes también ponen el sentimiento interno de su elección contra las saetas ardientes de los ataques del diablo, cuando preguntan: ¿Quién acusará a !os escogidos de Dios? (Rom. 8:33).
VIII.- Que enseñan: «que Dios, meramente en virtud de Su recta voluntad, a nadie ha decidido dejarlo en la caída de Adán y en la común condición de pecado y condenación, o pasarlo de largo en la comunicación de la gracia que es necesaria para la fe y la conversión.
- Pues esto es cierto: De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece (Rom. 9:18). Y esto también: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; más a ellos no les es dado (Mt. 13:11). Asimismo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó (M t. 11:25, 26).
IX.- Que enseñan: que la causa por la que Dios envía el Evangelio a un pueblo más que a otro, no es mera y únicamente el beneplácito de Dios, sino porque un pueblo es mejor y más digno que el otro al cual no le es comunicado.
- Pues Moisés niega esto, cuando habla al pueblo israelita en estos términos: He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella. Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, corno en este día (Dt. 10:14,15): y Cristo, cuando dice: ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotros, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza (Mt. 11:21).
 CAPITULO SEGUNDO:
DE LA DOCTRINA DE LA MUERTE DE CRISTO Y DE LA REDENCION DE LOS HOMBRES POR ESTE
I.- Dios es no sólo misericordioso en grado sumo, sino también justo en grado sumo. Y su justicia (como Él se ha revelado en Su Palabra) exige que nuestros pecados, cometidos contra Su majestad infinita, no sólo sean castigados con castigos temporales, sino también castigos eternos, tanto en el alma como en el cuerpo; castigos que nosotros no podemos eludir, a no set que se satisfaga plenamente la justicia de Dios.
II.- Mas, puesto que nosotros mismos no podemos satisfacer y librarnos de la ira de Dios, por esta razón, movido Él de misericordia infinita, nos ha dado a Su Hijo unigénito por mediador, el cual, a fin de satisfacer por nosotros, fue hecho pecado y maldición en la cruz por nosotros o en lugar nuestro.
III.- Esta muerte del Hijo de Dios es la ofrenda y la satisfacción única y perfecta por los pecados, y de una virtud y dignidad infinitas, y sobradamente suficiente como expiación de los pecados del mundo entero.
IV.- Y por eso es esta muerte de tan gran virtud y dignidad, porque la persona que la padeció no sólo es un hombre verdadero y perfectamente santo, sino también el Hijo de Dios, de una misma, eterna e infinita esencia con el Padre y el Espíritu Santo, tal como nuestro Salvador tenía que ser. Además de esto, porque su muerte fue acompañada con el sentimiento interno de la ira de Dios y de la maldición que habíamos merecido por nuestros pecados.
V.- Existe además la promesa del Evangelio de que todo aquel que crea en el Cristo crucificado no se pierda, sino que tenga vida eterna; promesa que, sin distinción, debe ser anunciada y proclamada con mandato de conversión y de fe a todos los pueblos y personas a los que Dios, según Su beneplácito, envía Su Evangelio.
VI.- Sin embargo, el hecho de que muchos, siendo llamados por el Evangelio, no se conviertan ni crean en Cristo, mas perezcan en incredulidad, no ocurre por defecto o insuficiencia de la ofrenda de Cristo en la cruz, sino por propia culpa de ellos.
VII.- Mas todos cuantos verdaderamente creen, y por la muerte de Cristo son redimidos y salvados de los pecados y de la perdición, gozan de aquellos beneficios sólo por la gracia de Dios que les es dada eternamente en Cristo, y de la que a nadie es deudor.
VIII.- Porque este fue el consejo absolutamente libre, la voluntad misericordiosa y el propósito de Dios Padre: que la virtud vivificadora y salvadora de la preciosa muerte de Su Hijo se extendiese a todos los predestinados para, únicamente a ellos, dotarlos de la fe justificante, y por esto mismo llevarlos infaliblemente a la salvación; es decir: Dios quiso que Cristo, por la sangre de Su cruz (con la que Él corroboró el Nuevo Pacto), salvase eficazmente, de entre todos los pueblos, tribus, linajes y lenguas, a todos aquellos, y únicamente a aquellos, que desde la eternidad fueron escogidos para salvación, y que le fueron dados por el Padre; los dotase de la fe, como asimismo de los otros dones salvadores del Espíritu Santo, que Él les adquirió por Su muerte; los limpiase por medio de Su sangre de todos sus pecados, tanto los originales o connaturales como los reales ya de antes ya de después de la fe; los guardase fielmente hasta el fin y, por último, los presentase gloriosos ante sí sin mancha ni arruga.
IX.- Este consejo, proveniente del eterno amor de Dios hacia los predestinados, se cumplió eficazmente desde el principio del mundo hasta este tiempo presente (oponiéndose en vano a ello las puertas del infierno), y se cumplirá también en el futuro, de manera que los predestinados, a su debido tiempo serán congregados en uno, y que siempre existirá una Iglesia de los creyentes, fundada en la sangre de Cristo, la cual le amará inquebrantablemente a Él, su Salvador, quien, esposo por su esposa, dio Su vida por ella en la cruz, y le servirá constantemente, y le glorificará ahora y por toda la eternidad.
REPROBACION DE LOS ERRORES
Habiendo declarado la doctrina ortodoxa, el Sínodo rechaza los errores de aquellos:
I.- Que enseñan: que Dios Padre ordenó a Su Hijo a la muerte de cruz sin consejo cierto y determinado de salvar ciertamente a alguien; de manera que la necesidad, utilidad y dignidad de la impetración de la muerte de Cristo bien pudieran haber existido y permanecido perfectas en todas sus partes, y cumplidas en su totalidad, aun en el caso de que la redención lograda jamás hubiese sido adjudicada a hombre alguno.
- Pues esta doctrina sirve de menosprecio de la sabiduría del Padre y de los méritos de Jesucristo, y está en contra de la Escritura. Pues nuestro Salvador dice así: ...pongo mi vida por las ovejas... y yo las conozco (Jn. 10:15-27); y el profeta Isaías dice del Salvador: Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada (Is. 53:10); y por último, está en pugna con el artículo de la fe por el que creemos: una Iglesia cristiana católica.
II.- Que enseñan: que el objeto de la muerte de Cristo no fue que Él estableciese de hecho el nuevo Pacto de gracia en Su muerte, sino únicamente que Él adquiriese pata el Padre un meto derecho de poder establecer de nuevo un pacto tal con los hombres como a Él le pluguiese, ya fuera de gracia o de obras.
- Pues tal cosa contradice a la Escritura, que enseña que Jesús es hecho fiador de un mejor pacto, esto es, del Nuevo Pacto (Heb. 7:22), y un testamento con la muerte se confirma (Heb. 9:15,17).
III.-- Que enseñan: «que Cristo por Su satisfacción no ha merecido para nadie, de un modo cierto, la salvación misma y la fe por la cual esta satisfacción es eficazmente apropiada; si no que ha adquirido únicamente para el Padre el poder o la voluntad perfecta para tratar de nuevo con los hombres, y dictar las nuevas condiciones que Él quisiese, cuyo cumplimiento quedaría pendiente de la libre voluntad del hombre; y que por consiguiente podía haber sucedido que ninguno, o que todos los hombres las cumpliesen».
- Pues éstos opinan demasiado despectivamente de la muerte de Cristo, no reconocen en absoluto el principal fruto o beneficio logrado por éste, y vuelven a traer del infierno el error pelagiano.
IV.- Que enseñan: «que el nuevo Pacto de gracia, que Dios Padre hizo con los hombres por mediación de la muerte de Cristo, no consiste en que nosotros somos justificados ante Dios y hechos salvos por medio de la fe, en cuanto que acepta los méritos de Cristo; si no en que Dios, habiendo abolido la exigencia de la obediencia perfecta a la Ley, cuenta ahora la fe misma y la obediencia a la fe, si bien imperfectas, por perfecta obediencia a la Ley, y las considera, por gracia, dignas de la recompensa de la vida eterna.
- Pues éstos contradicen a las Sagradas Escrituras: siendo justificados gratuitamente por Su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puro como propiciación por medió de la fe en Su sangre (Rom. 3:24,25); y presentan con el impío Socino una nueva y extraña justificación del hombre ante Dios, contraria a la concordia unánime de toda la Iglesia.
V.- Que enseñan: «que todos los hombres son aceptados en el estado de reconciliación y en la gracia del Pacto, de manera que nadie es culpable de condenación o será maldecido a causa del pecado original, sino que todos los hombres están libres de la culpa de este pecado».
- Pues este sentir es contrario a la Escritura, que dice: ... y éramos por naturaleza hijos de la ira, lo mismo que los demás (Ef. 2:3).
VI.- Que emplean la diferencia entre adquisición y apropiación, al objeto de poder implantar en los imprudentes e inexpertos este sentir: «que Dios, en cuanto a Él toca, ha querido comunicar por igual a todos los hombres aquellos beneficios que se obtienen por la muerte de Cristo; pero el hecho de que algunos obtengan el perdón de los pecados y la vida eterna, y otros no, depende de su libre voluntad, la cual se une a la gracia que se ofrece sin distinción, y que no depende de ese don especial de la misericordia que obra eficazmente en ellos, a fin de que se apropien para sí mismos, a diferencia de como otros hacen, aquella gracia».
- Pues éstos, fingiendo exponer esta distinción desde un punto de vista recto, tratan de inspirar al pueblo el veneno pernicioso de los errores pelagianos.
VII.- Que enseñan: «Que Cristo no ha podido ni ha debido morir, ni tampoco ha muerto, por aquellos a quienes Dios ama en grado sumo, y a quienes eligió para vida eterna, puesto que los tales no necesitan de la muerte de Cristo».
- Pues contradicen al Apóstol, que dice: ...del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gál. 2:20). Como también: Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién el el que condenará? Cristo es el que murió (Rom. 8:33,34), a saber: por ellos; también contradicen al Salvador, quien dice: ...y pongo mi vida por las ovejas Un. 10:15), y: Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. (Jn, 15:12,13).
CAPITULOS TERCERO Y CUARTO:
DE LA DEPRAVACION DEL HOMBRE, DE SU CONVERSION A DIOS Y DE LA MANERA DE REALIZARSE ESTA ULTIMA
I.- Desde el principio, el hombre fue creado a imagen de Dios, adornado en su entendimiento con conocimiento verdadero y bienaventurado de su Creador, y de otras cualidades espirituales; en su voluntad y en su corazón, con la justicia; en todas sus afecciones, con la pureza; y fue, a causa de tales dones, totalmente santo. Pero aparcándose de Dios por insinuación del demonio y de su voluntad libre, se privó a sí mismo de estos excelentes dones, y a cambio ha atraído sobre sí, en lugar de aquellos dones, ceguera, oscuridad horrible, vanidad y perversión de juicio en su entendimiento; maldad, rebeldía y dureza en su voluntad y en su corazón; así como también impureza en todos sus afectos.
II.- Tal como fue el hombre después de la caída, tales hijos también procreó, es decir: corruptos, estando él corrompido; de tal manera que la corrupción, según el justo juicio de Dios, pasó de Adán a todos sus descendientes (exceptuando únicamente Cristo), no por imitación, como antiguamente defendieron los pelagianos, sino por procreación de la naturaleza corrompida.
IIL- Por consiguiente, todos los hombres son concebidos en pecado y, al nacer como hijos de ira, incapaces de algún bien saludable o salvífico, e inclinados al mal, muertos en pecados y esclavos del pecado; y no quieren ni pueden volver a Dios, ni corregir su naturaleza corrompida, ni por ellos mismos mejorar la misma, sin la gracia del Espíritu Santo, que es quien regenera.
IV.- Bien es verdad que después de la caída quedó aún en el hombre alguna luz de la naturaleza, mediante la cual conserva algún conocimiento de Dios, de las cosas naturales, de la distinción entre lo que es lícito e ilícito, y también muestra alguna práctica hacia la virtud y la disciplina externa. Pero está por ver que el hombre, por esta luz de la naturaleza, podría llegar al conocimiento salvífico de Dios, y convertirse a Él cuando, ni aún en asuntos naturales y cívicos, tampoco usa rectamente esta luz; antes bien, sea como fuere, la empaña totalmente de diversas maneras, y la subyuga en injusticia; y puesto que él hace esto, por tanto se priva de toda disculpa ante Dios.
V.- Como acontece con la luz de la naturaleza, así sucede también, en este orden de cosas, con la Ley de los Diez Mandamientos, dada por Dios en particular a los judíos a través de Moisés. Pues siendo así que ésta descubre la magnitud del pecado y convence más y más al hombre de su culpa, no indica, sin embargo, el remedio de reparación de esa culpa, ni aporta fuerza alguna para poder salir de esta miseria; y porque, así como la Ley, habiéndose hecho impotente por la carne, deja al trasgresor permanecer bajo la maldición, así el hombre no puede adquirir por medio de la misma la gracia que justifica.
VI.- Lo que, en este caso, ni la luz de la naturaleza ni la Ley pueden hacer, lo hace Dios por el poder del Espíritu Santo y por la Palabra o el ministerio de la reconciliación, que es el Evangelio del Mesías, por cuyo medio plugo a Dios salvar a los hombres creyentes tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
VII.- Este misterio de Su voluntad se lo descubrió Dios a pocos en el Antiguo Testamento; pero en el Nuevo Testamento (una vez derribada la diferencia de los pueblos), se lo reveló a más hombres. La causa de estas diferentes designaciones no se debe basar en la dignidad de un pueblo sobre otro, o en el mejor uso de la luz de la naturaleza, sino en la libre complacencia y en el gratuito amor de Dios; razón por la que aquellos en quienes, sin y aun en contra de todo merecimiento, se hace gracia tan grande, deben también reconocerla con un corazón humilde y agradecido, y con el Apóstol adorar la severidad y la justicia de los juicios de Dios en aquellos en quienes no se realiza esta gracia, y de ninguna manera investigarlos curiosamente.
VIII.- Pero cuantos son llamados por el Evangelio, son llamados con toda seriedad. Pues Dios muestra formal y verdaderamente en Su Palabra lo que le es agradable a Él, a saber: que los llamados acudan a Él. Promete también de veras a todos los que vayan a Él y crean, la paz del alma y la vida eterna.
IX.- La culpa de que muchos, siendo llamados por el ministerio del Evangelio, no se alleguen ni se conviertan, no está en el Evangelio, ni en Cristo, al cual se ofrece por el Evangelio, ni en Dios, que llama por el Evangelio e incluso comunica diferentes dones a los que llama; si no en aquellos que son llamados; algunos de los cuales, siendo descuidados, no aceptan la palabra de vida; otros sí la aceptan, pero no en lo íntimo de su corazón, y de ahí que, después de algún entusiasmo pasajero, retrocedan de nuevo de su fe temporal; otros ahogan la simiente de la Palabra con los espinos de los cuidados y de los deleites del siglo, y no dan ningún fruto; lo cual enseña nuestro Salvador en la parábola del sembrador (Mateo 13).
X.- Pero que otros, siendo llamados por el ministerio del Evangelio, acudan y se conviertan, no se tiene que atribuir al hombre como si él, por su voluntad libre, se distinguiese a sí mismo de los otros que son provistos de gracia igualmente grande y suficiente (lo cual sienta la vanidosa herejía de Pelagio); si no que se debe atribuir a Dios, quien, al igual que predestinó a los suyos desde la eternidad en Cristo, así también llama a estos mismos en el tiempo, los dota de la fe y de la conversión y, salvándolos del poder de las tinieblas, los traslada al reino de Su Hijo, a fin de que anuncien las virtudes de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable, y esto a fin de que no se gloríen en sí mismos, sino en el Señor, como los escritos apostólicos declaran de un modo general.
XI.- Además, cuando Dios lleva a cabo este Su beneplácito en los predestinados y obra en ellos la conversión verdadera, lo lleva a cabo de tal manera que no sólo hace que se les predique exteriormente el Evangelio, y que se les alumbre poderosamente su inteligencia por el Espíritu Santo a fin de que lleguen a comprender y distinguir rectamente las cosas que son del Espíritu de Dios; sino que Él penetra también hasta las partes más íntimas del hombre con la acción poderosa de este mismo Espíritu regenerador; El abre el corazón que está cerrado; Él quebranta lo que es duro; Él circuncida lo que es incircunciso; Él infunde en la voluntad propiedades nuevas, y hace que esa voluntad, que estaba muerta, reviva; que era mala, se haga buena; que no quería, ahora quiera realmente; que era rebelde, se haga obediente; Él mueve y fortalece de tal manera esa voluntad para que pueda, cual árbol bueno, llevar frutos de buenas obras.
XII.- Y este es aquel nuevo nacimiento, aquella renovación, nueva creación, resurrección de muertos y vivificación, de que tan excelentemente se habla en las Sagradas Escrituras, y que Dios obra en nosotros sin nosotros. Este nuevo nacimiento no es obrado en nosotros por medio de la predicación externa solamente, ni por indicación, o por alguna forma tal de acción por la que, una vez Dios hubiese terminado Su obra, entonces estaría en el poder del hombre el nacer de nuevo o no, el convertirse o no. Si no que es una operación totalmente sobrenatural, poderosísima y, al mismo tiempo, suavísima, milagrosa, oculta e inexpresable, la cual, según el testimonio de la Escritura (inspirada por el autor de esta operación), no es menor ni inferior en su poder que la creación o la resurrección de los muertos; de modo que todos aquellos en cuyo corazón obra Dios de esta milagrosa manera, renacen cierta, infalible y eficazmente, y de hecho creen. Así. la voluntad, siendo entonces renovada, no sólo es movida y conducida por Dios, sino que, siendo movida por Dios, obra también ella misma. Por lo cual con razón se dice que el hombre cree y se convierte por medio de la gracia que ha recibido.
XIII.- Los creyentes no pueden comprender de una manera perfecta en esta vida el modo cómo se realiza esta acción; mientras tanto, se dan por contentos con saber y sentir que por medio de esta gracia de Dios creen con el corazón y aman a su Salvador.
XIV.- Así pues, la fe es un don de Dios; no porque sea ofrecida por Dios a la voluntad libre del hombre, sino porque le es efectivamente participada, inspirada e infundida al hombre; tampoco lo es porque Dios hubiera dado sólo el poder creer, y después esperase de la voluntad libre el consentimiento del hombre o el creer de un modo efectivo; si no porque PI, que obra en tal circunstancia el querer y el hacer, es más, que obra todo en todos, realiza en el hombre ambas cosas: la voluntad de creer y la fe misma.
XV.- Dios no debe a nadie esta gracia; porque ¿qué debería Él a quien nada le puede dar a Él primero, pata que le fuera recompensado? En efecto, ¿qué debería Dios a aquel que de sí mismo no tiene otra cosa sino pecado y mentira? Así pues, quien recibe esta gracia sólo debe a Dios por ello eterna gratitud, y realmente se la agradece; quien no la recibe, tampoco aprecia en lo más mínimo estas cosas espirituales, y se complace a sí mismo en lo suyo; o bien, siendo negligente, se gloría vanamente de tener lo que no tiene. Además, a ejemplo de los Apóstoles, se debe juzgar y hablar lo mejor de quienes externamente confiesan su fe y enmiendan su vida, porque lo íntimo del corazón nos es desconocido. Y por lo que respecta a otros que aún no han sido llamados, se debe orar a Dios por ellos, pues Él es quien llama las cosas que no son como si fueran, y en ninguna manera debemos envanecernos ante éstos, como si nosotros nos hubiésemos escogido a nosotros mismos.
XVI.- Empero como el hombre no dejó por la caída de ser hombre dotado de entendimiento y voluntad, y como el pecado, penetrando en todo el género humano, no quitó la naturaleza del hombre, sino que la corrompió y la mató espiritualmente; así esta gracia divina del nuevo nacimiento tampoco obra en los hombres como en una cosa insensible y muerta, ni destruye la voluntad y sus propiedades, ni las obliga en contra de su gusto, sino que las vivifica espiritualmente, las sana, las vuelve mejores y las doblega con amor y a la vez con fuerza, de tal manera que donde antes imperaba la rebeldía y la oposición de la carne allí comienza a prevalecer una obediencia de espíritu voluntaria y sincera en la que descansa el verdadero y espiritual restablecimiento y libertad de nuestra voluntad. Y a no ser que ese prodigioso Artífice de todo bien procediese en esta forma con nosotros, el hombre no tendría en absoluto esperanza alguna de poder levantarse de su caída por su libre voluntad, por la que él mismo, cuando estaba aún en pie, se precipitó en la perdición.
XVII.- Pero así como esa acción todopoderosa de Dios por la que Él origina y mantiene esta nuestra vida natural, tampoco excluye sino que requiere el uso de medios por los que Dios, según Su sabiduría infinita y Su bondad, quiso ejercer Su poder, así ocurre también que la mencionada acción sobrenatural de Dios por la que Él nos regenera, en modo alguno excluye ni rechaza el uso del Evangelio al que Dios, en Su sabiduría, ordenó para simiente del nuevo nacimiento y para alimento del alma. Por esto, pues, así como los Apóstoles y los Pastores que les sucedieron instruyeron saludablemente al pueblo en esta gracia de Dios (para honor del Señor, y pata humillación de toda soberbia del hombre), y no descuidaron entretanto el mantenerlos en el ejercicio de la Palabra, de los sacramentos y de la disciplina eclesial por medio de santas amonestaciones del Evangelio; del mismo modo debe también ahora estar lejos de ocurrir que quienes enseñan a otros en la congregación, o quienes son enseñados, se atrevan a tentar a Dios haciendo distingos en aquellas cosas que Él, según Su beneplácito, ha querido que permaneciesen conjuntamente unidas. Porque por las amonestaciones se pone en conocimiento de la gracia; y cuanto más solícitamente desempeñamos nuestro cargo, tanto más gloriosamente se muestra también el beneficio de Dios, que obra en nosotros, y Su obra prosigue entonces de la mejor manera. Sólo a este Dios corresponde, tanto en razón de los medios como por los frutos y la virtud salvadora de los mismos, toda gloria en la eternidad. Amén. 
REPROBACION DE LOS ERRORES
Habiendo declarado la doctrina ortodoxa, el Sínodo rechaza los errores de aquellos:
I.- Que enseñan: «que propiamente no se puede decir que el pecado original en sí mismo sea suficiente para condenar a todo el género humano, o para merecer castigos temporales y eternos».
- Pues éstos contradicen al Apóstol, que dice: ...como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron (Rom. 5:12); y: ...el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación (Rom. 5:16); y: la paga del pecado es la muerte (Rom. 6:23).
II.; Que enseñan: que los dones espirituales, o las buenas cualidades y virtudes, como son: bondad, santidad y justicia, no pudieron estar en la libre voluntad del hombre cuando en un principio fue creado, y que, por consiguiente, no han podido ser separadas en su caída.
- Pues tal cosa se opone a la descripción de la imagen de Dios que el Apóstol propone (Ef. 4:24), donde confiesa que consiste en justicia y santidad, las cuales se hallan indudablemente en la voluntad.
III.; Que enseñan: que, en la muerte espiritual, los dones espirituales no se separan de la voluntad del hombre, ya que la voluntad por sí misma nunca estuvo corrompida, sino sólo impedida por la oscuridad del entendimiento y el desorden de las inclinaciones; y que, quitados estos obstáculos, entonces la voluntad podría poner en acción su libre e innata fuerza, esto es: podría de sí misma querer y elegir, o no querer y no elegir, toda suerte de bienes que se le presentasen.
- Esto es una innovación y un error, que tiende a enaltecer las fuerzas de la libre voluntad, en contra del juicio del profeta: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso (Jer. 17:9), y del Apóstol: Entre los cuales (hijos de desobediencia) también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos (Ef. 2:3).
IV.- Que enseñan que el hombre no renacido no está ni propia ni enteramente muerto en el pecado, o falto de todas las fuerzas para el bien espiritual; sino que aún puede tener hambre y sed de justicia y de vida, y ofrecer el sacrificio de un espíritu humilde y quebrantado, que sea agradable a Dios.
- Pues estas cosas están en contra de los testimonios claros de la Sagrada Escritura: cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados (Ef. 2:1,5) y: todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. . . ; Porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud (Gn. 6:5 y 8:21). Además, tener hambre y sed de salvación de la miseria, tener hambre y sed de la vida, y ofrecer a Dios el sacrificio de un espíritu quebrantado, es propio de los renacidos y de los que son llamados bienaventurados (Sal. 51:19 y Mt. 5:6).
V.- Que enseñan: «que el hombre natural y corrompido, hasta tal punto puede usar bien de la gracia común (cosa que para ellos es la luz de la naturaleza), o los dones que después de la caída aún le fueron dejados, que por ese buen uso podría conseguir, poco a poco y gradualmente, una gracia mayor, es decir: la gracia evangélica o salvadora y la bienaventuranza misma. Y que Dios, en este orden de cosas, se muestra dispuesto por Su parte a revelar al Cristo a todos los hombres, ya que El suministra a todos, de un modo suficiente y eficaz, los medios que se necesitan para la conversión».
- Pues, a la par de la experiencia de todos los tiempos, también la Escritura demuestra que tal cosa es falsa: Ha manifestado Sus palabras a Jacob, Sus estatutos y Sus Juicios a Israel. No ha hecho así con ninguna otra entre las naciones; y en cuanto a Sur juicios, no los conocieron (Sal. 147:19.20). En las edades pasadas Él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos (Hch. 14:16); y: Les fue prohibido (a saber: a Pablo y a los suyos) por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero e! Espíritu no se lo permitió (Hch. 16:6,7).
VI.- Que enseñan: que en la verdadera conversión del hombre ninguna nueva cualidad, fuerza o don puede ser infundido por Dios en la voluntad; y que, consecuentemente, la fe por la que en principio nos convertimos y en razón de la cual somos llamados creyentes, no es una cualidad o don infundido por Dios, sino sólo un acto del hombre, y que no puede ser llamado un don, sino sólo refiriéndose al poder para llegar a la fe misma.
- Pues con esto contradicen a la Sagrada Escritura que testifica que Dios derrama en nuestro corazón nuevas cualidades de fe, de obediencia y de experiencia de Su amor: Daré mi Ley en su mente, y la escribiré en su corazón (Jer. 31:33); y: Yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación (Is.44:3); y: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (Rom. 5:5). Este error combate también la costumbre constante de la Iglesia de Dios que, con el profeta, ora así: Conviérteme, y seré convertido (Jer. 31:18).
VII.- Que enseñan: que la gracia, por la que somos convertidos a Dios, no es otra cosa que una suave moción o consejo; o bien (como otros lo explican), que la forma más noble de actuación en la conversión del hombre, y la que mejor concuerda con la naturaleza del mismo, es la que se hace aconsejando, y que no cabe el por qué sólo esta gracia estimulante no sería suficiente para hacer espiritual al hombre natural; es más, que Dios de ninguna manera produce el consentimiento de la voluntad sino por esta forma de moción o consejo, y que el poder de la acción divina, por el que ella supera la acción de Satanás, consiste en que Dios promete bienes eternos, en tanto que Satanás sólo temporales.
- Pues esto es totalmente pelagiano y está en oposición a toda la Sagrada Escritura, que reconoce, además de ésta, otra manera de obrar del Espíritu Santo en la conversión del hombre mucho más poderosa y más divina. Como se nos dice en Ezequiel: Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y gustaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón e carne (Ez. 36:26).
VIII.- Que enseñan: que Dios no usa en la regeneración o nuevo nacimiento del hombre tales poderes de Su omnipotencia que dobleguen eficaz y poderosamente la voluntad de aquél a la fe y a la conversión; si no que, aun cumplidas todas las operaciones de la gracia que Dios usa para convertirle, el hombre sin embargo, de tal manera puede resistir a Dios y al Espíritu Santo, y de hecho también resiste con frecuencia cuando Él se propone su regeneración y le quiere hacer renacer, que impide el renacimiento de sí mismo; y que sobre este asunto queda en su propio poder el ser renacido o no.
- Pues esto no es otra cosa sino quitar todo el poder de la gracia de Dios en nuestra conversión, y subordinar la acción de Dios Todopoderoso a la voluntad del hombre, y esto contra los Apóstoles, que enseñan: que creemos, según la operación del poder de Su fuerza (Ef. 1:19); y: que nuestro Dios os tenga por dignos de Su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con Su poder (2 Tes. 1:11); y: como todas las cosas que pertenecen a la urda y a la piedad nos han sido dadas por Su divino poder (2 Pe. 1:3).
IX.- Que enseñan: que la gracia y la voluntad libre son las causas parciales que obran conjuntamente el comienzo de la conversión, y que la gracia, en relación con la acción, no precede a la acción de la voluntad; es decir, que Dios no ayuda eficazmente a la voluntad del hombre pata la conversión, sino cuando la voluntad del hombre se mueve a sí misma y se determina a ello.
- Pues la Iglesia antigua condenó esta doctrina, ya hace siglos, en los pelagianos, con aquellas palabras del Apóstol: Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios, que tiene misericordia (Rom. 9:16). Asimismo: ¿Quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? (1 Cor. 4:7); y: Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por Su buena voluntad. (Fil. 2:13).
 CAPITULO QUINTO:
DE LA PERSVERANCIA DE LOS SANTOS
I.- A los que Dios llama, conforme a Su propósito, a la comunión de Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y regenera por el Espíritu Santo, a éstos les salva ciertamente del dominio y de la esclavitud del pecado, pero no les libra en esta vida totalmente de la carne y del cuerpo del pecado.
II.- De esto hablan los cotidianos pecados de la flaqueza, y el que las mejores obras de los santos también adolezcan de defectos. Lo cual les da motivo constante de humillarse ante Dios, de buscar su refugio en el Cristo crucificado, de matar progresivamente la carne por Espíritu de oración y los santos ejercicios de piedad, y de desear la meta de la perfección, hasta que, librados de este cuerpo de muerte, reinen con el Cordero de Dios en los cielos.
III.- A causa de estos restos de pecado que moran en el hombre, y también con motivo de las tentaciones del mundo y de Satanás, los convertidos no podrían perseverar firmemente en esa gracia, si fuesen abandonados a sus propias fuerzas. Pero fiel es Dios que misericordiosamente los confirma en la gracia que, una vez, les fue dada, y los guarda poderosamente hasta el fin.
IV.- Y si bien ese poder de Dios por el que corma y guarda en la gracia a los creyentes verdaderos, es mayor que el que les podría hacer reos de la carne, sin embargo, los convertidos no siempre son de tal manera conducidos y movidos por Dios que ellos, en ciertos actos especiales, no puedan apartarse por su propia culpa de la dirección de la gracia, y ser reducidos por las concupiscencias de la carne y seguirlas. Por esta razón, deben velar y orar constantemente que no sean metidos en tentación. Y si no lo hacen así, no sólo pueden ser llevados por la carne, el mundo y Satanás a cometer pecados graves y horribles, sino que ciertamente, por permisión justa de Dios, son también llevados a veces hasta esos mismos pecados; como lo prueban las lamentables caídas de David, Pedro y otros santos, que nos son descritas en las Sagradas Escrituras.
V.- Con tan groseros pecados irritan grandemente a Dios, se hacen reos de muerte, entristecen al Espíritu Santo, destruyen temporalmente el ejercicio de la fe, hieren de manera grave su conciencia, y pierden a veces por un tiempo el sentimiento de la gracia; hasta que el rostro paternal de Dios se les muestra de nuevo, cuando retornan de sus caminos a través del sincero arrepentimiento.
VI.- Pues Dios, que es rico en misericordia, obrando de conformidad con el propósito de la elección, no aparta totalmente el Espíritu Santo de los suyos, incluso en las caídas más lamentables, ni los deja recaer hasta el punto de que pierdan la gracia de la aceptación y el estado de justificación, o que pequen para muerte o contra el Espíritu Santo y se precipiten a sí mismos en la condenación eterna al ser totalmente abandonados por Él.
VII.- Pues, en primer lugar, en una caída tal, aún conserva Dios en ellos esta Su simiente incorruptible, de la que son renacidos, a fin de que no perezca ni sea echada fuera. En segundo lugar, los renueva cierta y poderosamente por medio de Su Palabra y Espíritu convirtiéndolos, a fin de que se contristen, de corazón y según Dios quiere, por los pecados cometidos; deseen y obtengan, con un corazón quebrantado, por medio de la fe, perdón en la sangre del Mediador; sientan de nuevo la gracia de Dios de reconciliarse entonces con ellos; adoren Su misericordia y fidelidad; y en adelante se ocupen más diligentemente en su salvación con temor y temblor.
VIII.- Por consiguiente, consiguen todo esto no por sus méritos o fuerzas, sino por la misericordia gratuita de Dios, de tal manera que ni caen del todo de la fe y de la gracia, ni permanecen hasta el fin en la caída o se pierden. Lo cual, por lo que de ellos depende, no sólo podría ocurrir fácilmente, sino que realmente ocurriría. Pero por lo que respecta a Dios, no puede suceder de ninguna manera, por cuanto ni Su consejo puede ser alterado, ni rota Su promesa, ni revocada la vocación conforme a Su propósito, ni invalidado el mérito de Cristo, así como la intercesión y la protección del mismo, ni eliminada o destruida la confirmación del Espíritu Santo.
IX.- De esta protección de los elegidos para la salvación, y de la perseverancia de los verdaderos creyentes en la fe, pueden estar seguros los creyentes mismos, y lo estarán también según la medida de la fe por la que firmemente creen que son y permanecerán siempre miembros vivos y verdaderos de la Iglesia, y que poseen el perdón de los pecados y la vida eterna.
X.- En consecuencia, esta seguridad no proviene de alguna revelación especial ocurrida sin o fuera de la Palabra, sino de la fe en las promesas de Dios, que Él, para consuelo nuestro, reveló abundantemente en Su Palabra; del testimonio del Espíritu Santo, el cual da testimonio a nuestro espíritu, de que romos hijos de Dios (Rom. 8:16); y, finalmente, del ejercicio santo y sincero tanto de una buena conciencia como de las buenas obras. Y si los elegidos de Dios no tuvieran en este mundo, tanto este firme consuelo de que guardarán la victoria, como esta prenda cierta de la gloria eterna, entonces serían los más miserables de todos los hombres.
XL.- Entretanto, la Sagrada Escritura testifica que los creyentes, en esta vida, luchan contra diversas vacilaciones de la carne y que, puestos en grave tentación, no siempre experimentan esta confianza absoluta de la fe y esta certeza de la perseverancia. Pero Dios, el Padre de toda consolación, no les dejará ser tentados más de lo que puedan resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida (1 Cor. 10:13), y de nuevo despertará en ellos, por el Espíritu Santo, la seguridad de la perseverancia.
XII.- Pero tan fuera de lugar está que esta seguridad de la perseverancia pueda hacer vanos y descuidados a los creyentes verdaderos, que es ésta, por el contrario, una base de humildad, de temor filial, de piedad verdadera, de paciencia en toda lucha, de oraciones fervientes, de firmeza en la cruz y en la confesión de la verdad, así como de firme alegría en Dios; y que la meditación de ese beneficio es para ellos un acicate para la realización seria y constante de gratitud y buenas obras, como se desprende de los testimonios de la Sagrada Escritura y de los ejemplos de los santos.
XIII.- Asimismo, cuando la confianza en la perseverancia revive en aquellos que son reincorporados de la caída, eso no produce en ellos altanería alguna o descuido de la piedad, sino un cuidado mayor en observar diligentemente los caminos del Señor que fueron preparados de antemano, a fin de que, caminando en ellos, pudiesen guardar la seguridad de su perseverancia y para que el semblante de un Dios expiado (cuya contemplación es para los piadosos más dulce que la vida, y cuyo ocultamiento les es más amargo que la muerte) no se aparte nuevamente de ellos a causa del abuso de Su misericordia paternal, y caigan así en más graves tormentos de ánimo.
XIV.- Como agradó a Dios comenzar en nosotros esta obra suya de la gracia por la predicación del Evangelio, así la guarda, prosigue y consuma Él por el oír, leer y reflexionar de aquél, así como por amonestaciones, amenazas, promesas y el uso de los sacramentos.
XV.- Esta doctrina de la perseverancia de los verdaderos creyentes y santos, así como de la seguridad de esta perseverancia que Dios, para honor de Su Nombre y para consuelo de las almas piadosas, reveló superabundantemente en Su Palabra e imprime en los corazones de los creyentes, no es comprendida por la carne, es odiada por Satanás, escarnecida por el mundo, abusada por los inexpertos e hipócritas, y combatida por los herejes; pero la Esposa de Cristo siempre la amó con ternura y la defendió con firmeza cual un tesoro de valor inapreciable. Y que también lo haga en el futuro, será algo de lo que se preocupará Dios, contra quien no vale consejo alguno, ni violencia alguna puede nada. A este único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, sea el honor y la gloria eternamente. Amén.
REPROBACION DE LOS ERRORES
Habiendo declarado la doctrina ortodoxa, el Sínodo rechaza los errores de aquellos:
L- Que enseñan: que la perseverancia de los verdaderos creyentes no es fruto de la elección, o un don de Dios adquirido por la muerte de Cristo; si no una condición del Nuevo Pacto, que el hombre, para su (como dicen ellos) elección decisiva y justificación, debe cumplir por su libre voluntad..
- Pues la Sagrada Escritura atestigua que la perseverancia se sigue de la elección, y es dada a los elegidos en virtud de la muerte, resurrección e intercesión de Cristo: Los escogidos sí !o han alcanzado, y los demás fueron endurecidos (Rom. 11:7). Y asimismo: El que no escatimó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él rodar las cosar? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? (Rom. 8:32-35).
II.- Que enseñan: que Dios ciertamente provee al hombre creyente de fuerzas suficientes para perseverar, y está dispuesto a conservarlas en él si éste cumple con su deber; pero aunque sea así que todas las cosas que son necesarias para perseverar en la fe y las que Dios quiere usar para guardar la fe, hayan sido dispuestas, aun entonces dependerá siempre del querer de la voluntad el que ésta persevere o no.
- Pues este sentir adolece de un pelagianismo manifiesto; y mientras éste pretende hacer libres a los hombres, los torna de este modo en ladrones del honor de Dios; además, está en contra de la constante unanimidad de la enseñanza evangélica, la cual quita al hombre todo motivo de glorificación propia y atribuye la alabanza de este beneficio únicamente a la gracia de Dios; y por último va contra el Apóstol, que declara: Dios... os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo (1 Cor. 1:8).
III.- Que enseñan: «que los verdaderos creyentes y renacidos no sólo pueden perder total y definitivamente la fe justificante, la gracia y la salvación, sino que de hecho caen con frecuencia de las mismas y se pierden eternamente».
- Pues esta opinión desvirtúa la gracia, la justificación, el nuevo nacimiento y la protección permanente de Cristo, en oposición con las palabras expresas del apóstol Pablo: que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira (Rom. 5:8,9); y en contra del Apóstol Juan: Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nací do de Dios (1 Jn. 3:9); y también en contra de las palabras de Jesucristo: Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie lar arrebatará de mi mano. Mi Padre que me lar dio, es mayor que todos, y nadie lar puede arrebatar de la mano de mi Padre (Jn. 10:28,29).
IV.- Que enseñan: «que los verdaderos creyentes y renacidos pueden cometer el pecado de muerte, o sea, el pecado contra el Espíritu Santos.
- Porque el apóstol Juan mismo, una vez que habló en el capítulo cinco de su primera carta, versículos 16 y 17, de aquellos que pecan de muerte, prohibiendo orar por ellos, agrega enseguida, en el versículo 18: Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado (entiéndase: tal género de pecado), pues Aquél que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca (1 Jn. 5:18).
V.- Que enseñan: «que en esta vida no se puede tener seguridad de la perseverancia futura, sin una revelación especial».
- Pues por esta doctrina se quita en esta vida el firme consuelo de los verdaderos creyentes, y se vuelve a introducir en la Iglesia la duda en que viven los partidarios del papado; en tanto la Sagrada Escritura deduce a cada paso esta seguridad, no de una revelación especial ni extraordinaria, sino de las características propias de los hijos de Dios, y de las promesas firmísimas de Dios. Así, especialmente, el apóstol Pablo: Ninguna otra coca creada nos podrá reparar de! amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom. 8:39); y Juan: el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado (1 Jn. 3:24).
VI.- Que enseñan: «que la doctrina de la seguridad o certeza de la perseverancia y de la salvación es por su propia índole y naturaleza una comodidad para la carne, y perjudicial para la piedad, para las buenas costumbres, para la oración y para otros ejercicios santos; pero que por el contrario, es de elogiar el dudar de ellas.
- Pues éstos demuestran que no conocen el poder de la gracia divina y la acción del Espíritu Santo y contradicen al apóstol Juan, que en su primera epístola enseña expresamente lo contrario: Amador, ahora tumor hijos de Dios, y aún no re ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquél que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como é! es (1 Jn. 3:2,3). Además, éstos son refutados por los ejemplos de los santos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, quienes, aunque estuvieron seguros de su perseverancia y salvación, perseveraron sin embargo en las oraciones y otros ejercicios de piedad.
VII.- Que enseñan: «que la fe de aquellos que solamente creen por algún tiempo no difiere de la fe justificante y salvífica, sino sólo en la duración».
- Pues Cristo mismo, en Mateo 13:20, y en Lucas 8:13 y siguientes, además de esto establece claramente una triple diferencia entre aquellos que sólo creen por un cierto tiempo, y los creyentes verdaderos, cuando dice que aquellos reciben la simiente en tierra pedregosa, mas éstos en tierra buena, o sea, en buen corazón; que aquellos no tienen raíces, pero éstos poseen raíces firmes; que aquellos no llevan fruto, pero éstos los producen constantemente en cantidad diversa.
VIII.- Que enseñan: que no es un absurdo que el hombre, habiendo perdido su primera regeneración, sea de nuevo, y aun muchas veces, regenerado».
- Pues éstos, con tal doctrina, niegan la incorruptibilidad de la simiente de Dios por la que somos renacidos, y se oponen al testimonio del apóstol Pedro, que dice: siendo renacidos, no de cimiente corruptible, sino de incorruptible (1 Pe. 1:23).
IX.- Que enseñan: que Cristo en ninguna parte rogó que los creyentes perseverasen infaliblemente en la fe.
- Pues contradicen a Cristo mismo, que dice: Yo he rogado por ti (Pedro), que tu fe no falte (Lc.22:32), y al evangelista Juan, que da testimonio de que Cristo no sólo por los apóstoles, sino también por todos aquellos que habrían de creer por su palabra, oró así: Padre Santo, guárdalos en tu nombre; y: no ruego que los quites del mundo, sino que los libres del mal (Jn. 17:11,15).

CONCLUSION
Esta es la explicación escueta, sencilla y genuina de la doctrina ortodoxa de los CINCO ARTÍCULOS sobre los que surgieron diferencias en los Países Bajos, y, a la vez, la reprobación de los errores que conturbaron a las iglesias holandesas durante cierto tiempo. El Sínodo juzga que tal explicación y reprobación han sido tomadas de la Palabra de Dios, y que concuerdan con la confesión de las Iglesias Reformadas. De lo que claramente se deduce que aquellos a quienes menos correspondían tales cosas, han obrado en contra de toda verdad, equidad y amor, y han querido hacer creer al pueblo que la doctrina de las Iglesias Reformadas respecto a la predestinación y a los capítulos referentes a ella desvían, por su propia naturaleza y peso, el corazón de los hombres de toda piedad y religión; que es una comodidad pala la carne y el diablo, y una fortaleza de Satanás, desde donde trama emboscada a todos los hombres, hiere a la mayoría de ellos y a muchos les sigue disparando mortalmente los dardos de la desesperación o de la negligencia. Que hace a Dios autor del pecado y de la injusticia, tirano e hipócrita, y que tal doctrina no es otra cosa sino un extremismo renovado, maniqueísmo, libertinismo y fatalismo; que hace a los hombres carnalmente descuidados al sugerirse a sí mismos por ella que a los elegidos no puede perjudicarles en su salvación el cómo vivan, y por eso se permiten cometer tranquilamente coda suerte de truhanerías horrorosas; que a los que fueron reprobados no les puede servir de salvación el que, concediendo que pudiera ser, hubiesen hecho verdaderamente todas las obras de los santos; que con esta doctrina se enseña que Dios, por simple y puro antojo de Su voluntad, y sin la inspección o crítica más mínima de pecado alguno, predestinó y creó a la mayor parte de la humanidad pata la condenación eterna; que la reprobación es causa de la incredulidad e impiedad de igual manera que la elección es fuente y causa de la fe y de las buenas obras; que muchos niños inocentes son atrancados del pecho de las madres, y tiránicamente arrojados al fuego infernal, de modo que ni la sangre de Cristo, ni el Bautismo, ni la oración de la Iglesia en el día de su bautismo les pueden aprovechar; y muchas otras cosas parecidas, que las Iglesias Reformadas no sólo no reconocen, sino que también rechazan y detestan de todo corazón.
Por tanto, a cuantos piadosamente invocan el nombre de nuestro Salvador Jesucristo, este Sínodo de Dotdrecht les pide en el nombre del Señor, que quieran juzgar de la fe de las Iglesias Reformadas, no por las calumnias que se han desatado aquí y allá, y tampoco por los juicios privados o solemnes de algunos pastores viejos o jóvenes, que a veces son también fielmente citados con demasiada mala fe, o pervertidos y torcidos en conceptos erróneos; si no de las confesiones públicas de las Iglesias mismas, y de esta declaración de la doctrina ortodoxa que con unánime concordancia de todos y cada uno de los miembros de este Sínodo general se ha establecido.
A continuación, este Sínodo amonesta a todos los consiervos en el Evangelio de Cristo para que al tratar de esta doctrina, tanto en los colegios como en las iglesias, se comporten piadosa y religiosamente; y que la encaminen de palabra y por escrito a la mayor gloria de Dios, a la santidad de vida y al consuelo de los espíritus abatidos; que no sólo sientan, sino que también hablen con las Sagradas Escrituras conforme a la regla de la fe; y, finalmente, se abstengan de todas aquellas formas de hablar que excedan los límites del recto sentido de las Escrituras, que nos han sido expuestos, y que pudieran dar a los sofistas motivo justo para denigrar o también para maldecir la doctrina de las Iglesias Reformadas.
El Hijo de Dios, Jesucristo, que, sentado a la derecha de Su Padre, da dones a los hombres, nos santifique en la verdad; traiga a la verdad a aquellos que han caído; tape su boca a los detractores de la doctrina sana; y dote a los fieles siervos de Su Palabra con el espíritu de sabiduría y de discernimiento, a fin de que todas sus razones puedan prosperar para honor de Dios y para edificación de los creyentes. Amén.